«Bautizados y enviados»: Todos somos misión

por redaccion,

Ricardo García, Richi, fue misionero en Perú y ahora es párroco de Pancorbo y otros pueblos del entorno.

Ricardo García, Richi, fue misionero en Perú y ahora es párroco de Pancorbo y otros pueblos del entorno.

 

En 1919, justamente nada más acabar la primera Guerra Mundial, los países combatientes (Francia, Italia, Alemania) se habían quedado sin recursos, sobre todo humanos, para abastecer a las misiones y los territorios de misión encomendados. Hay una nueva repartición, sobre todo en África, de los territorios y no hay personas que los atiendan. Es entonces cuando el papa Benedicto XV lanza el reto a España, y en esa España, con nombres y apellidos, a la diócesis de Burgos, donde se le encomienda al recién llegado arzobispo Benlloch la creación de un seminario nacional de misiones. Ahí comienza la andadura de lo que será el Instituto Español de Misiones Extranjeras (IEME), que tanto ha acompañado a Burgos en la dimensión misionera.

 

«En este tiempo encontramos distintas congregaciones que han venido aquí a buscar vocaciones, existe una gran actividad misionera en todas las parroquias rurales, nace la obra de propagación de la fe, nacen los pequeños círculos de infancia misionera, nacen las aportaciones económicas periódicas para apoyar la actividad de los misioneros…», recuerda el delegado diocesano de Misiones, Ramón Delgado. Esta actividad misionera, especialmente en los pueblos, crece mucho, sobre todo a partir de los años 50 y 60, en que salen a la misión muchos burgaleses. Llegaron a ser 2.000 en los años 80, lo que situaba a Burgos entre las diócesis que más misioneros enviaban. Y muchos otros han pasado por nuestra diócesis en alguna de sus etapas de formación o en algún momento de su vida pastoral. «En ese sentido, Burgos viene siendo referente de toda España de lo que es la actividad misionera y hoy también lo sigue siendo, no solo a nivel nacional sino a nivel mundial a través de la Semana de Misionología, que es uno de los estudios más serios que se hacen a nivel científico y de reflexión teológica de lo que es la misión en la Iglesia, y de la Facultad de Teología, donde son muchos los sacerdotes y religiosos que se están formando para luego regresar a sus países de origen», argumenta Delgado.

 

«Hoy encontramos que el número de misioneros burgaleses ha disminuido (actualmente son 620) y la actividad misionera, como toda la actividad de la Iglesia, también», reconoce el responsable diocesano. «La mayoría de las personas que están en territorios de misión, además, superan los 70 años y llevan en esos países 30 o 40 años. Los que hemos ido últimamente, por unas razones u otras, estamos unos años y nos volvemos. ¿Somos, quizá, fruto de esa falta de compromiso de por vida que se adquiría antes? No sabría decirlo», reflexiona Ramón. «También es cierto que hoy, en muchas Iglesias jóvenes empiezan a tener bastantes vocaciones, más incluso que aquí, y eso hace que a veces el misionero sienta que deba retirarse y dejarlas crecer, aunque siempre sea bueno realizar un acompañamiento, seguir allá presentes de alguna manera, porque se enfrentan a muchos problemas nuevos y no tienen la experiencia para saberlos resolver…». Afortunadamente, apostilla, hoy las nuevas tecnologías, la facilidad de las comunicaciones, facilita ese acompañamiento a distancia.

 

A su vez, es importante la aportación que esas jóvenes Iglesias pueden hacernos a nosotros, «que no es menos válida», asegura el delegado. «Pueden traernos sus realidades, su vitalidad, su interés… Recibir los sacramentos es mucho más exigente en tierras de misión, donde la Iglesia está naciendo, donde estamos acostumbrados y ya es una costumbre, una rutina. Aquí a la Iglesia se le exige, más que permitir que ella nos exija. Se le exige que esté a nuestra merced, nos dé lo que nosotros pensamos que debemos recibir, más que cumplir como comunidad cristiana o plantearnos qué nos exige el evangelio a nosotros, qué podríamos hacer nosotros…».

 

Otra aportación nada despreciable es, como apunta Ramón, la de todos los misioneros regresados… En Burgos tenemos hay actualmente 80 sacerdotes que han estado en tierra de misión, de los cuales la mitad están jubilados, pero la otra mitad están trabajando en una actividad pastoral en la diócesis. Su experiencia, asegura, les proporciona una sensibilidad distinta, «que ayuda en el trato con la gente, que ayuda a la hora de acercarte a los demás». «Cuando vas a otro lugar, donde tienes que hacer un trabajo de inserción, comer de otra manera, hablar otra lengua, relacionarte de otra manera… Todo eso nos hace comprender que en culturas distintas y gente distinta no podemos tratar a todo el mundo igual. Yo creo que cuando vuelves aquí te das cuenta de que los gestos son importantes».

 

La misión, aquí y ahora

 

Ramón Delgado recuerda que el lema «Bautizados y enviados» ya no se refiere solo a los territorios de misión, sino a todo el mundo. «No podemos ser bautizados, decir que tenemos fe, cuando no sentimos esa necesidad de que esa fe sea conocida por otros. Todo bautizado es una misión, yo soy una misión, tú eres una misión. Para el Papa todos somos importantes, cada de uno de nosotros somos una misión en el mundo porque cada uno de nosotros somos fruto del amor de Dios».

 

«No podemos ser bautizados, decir que tenemos fe, cuando no sentimos esa necesidad de que esa fe sea conocida por otros. Todo bautizado es una misión, yo soy una misión, tú eres una misión.

 

«Venimos a España, donde la media de población está en 47 años, con la pirámide invertida y una población muy longeva, y damos por hecho que aquí al menos se ha oído hablar de Jesucristo. Pero las generaciones jóvenes no. Es cierto que ha habido un momento de rechazo importante hacia todo lo que es Iglesia, y con Iglesia se identificaba a lo institucional. Yo creo que hoy, en cambio, estamos en un momento en que ese nivel de rechazo es menos virulento y lo que hay es un desconocimiento, un rechazo insconsciente, una ignorancia importante por parte de las generaciones más jóvenes hacia los curas, porque parece que imponen la moral, que imponen ciertas normas».

 

En opinión del delegado de Misiones, «hemos presentado más la moral y las prácticas y los ritos, los sacramentos como ritual, más que lo que es realmente vida, luz y claridad en nuestro mundo. El verdadero valor que tiene la lglesia, que es el evangelio, que es Jesucristo, no es conocido por los jóvenes. Creo que tendríamos que retomar el anuncio de lo que es la persona de Jesucristo, el encuentro de Jesús con la gente, cómo sabe escuchar, cómo sabe hablar, cómo sabe decir a cada uno una palabra de aliento, invitar al esfuerzo, a la autenticidad, a dar un paso que la vida sea más profunda, a no vivir tanto en la superficilidad».

Servidores y mensajeros de Dios

por redaccion,

mensajeros

 

Escucha aquí el mensaje

 

Muchos de vosotros, seguramente, habréis visitado la Exposición de las Edades del Hombre, que este año tiene lugar en nuestra Villa Ducal de Lerma, con el título de Angeli, porque versa precisamente sobre las múltiples y bellas manifestaciones artísticas de los ángeles. De ella ya he hablado en otras ocasiones, admirando la belleza de la iconografía cristiana que nos los presenta, unas veces en adoración y otras en acción, como seres que intermedian siempre en la relación de Dios con los hombres. Hoy quiero referirme a los ángeles desde la vivencia cristiana de esta realidad espiritual, ya que hemos celebrado recientemente las fiestas de los Santos Ángeles Custodios (el día 2 de octubre) y unos días antes (el 29 de septiembre) la de los Arcángeles San Miguel, San Rafael y San Gabriel, advocaciones muy presentes en múltiples parroquias y ermitas de nuestra diócesis burgalesa.

 

Los ángeles forman parte de un mundo misterioso para nosotros, difícil de abarcar, de objetivar y de formular con claridad, pero no son realidades fantásticas o mitológicas. Su existencia ha estado siempre presente a lo largo de la historia de la salvación como servidores y mensajeros de Dios. «Espíritus servidores, dice San Pablo, enviados en ayuda de los que han de heredar la salvación» (Heb 1,14). Con un lenguaje claro y sobrio la Iglesia enseña en su Catecismo que la vida humana está rodeada de la custodia e intercesión de los ángeles y que «la existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición…» (nº 328).

 

La Biblia narra numerosos episodios de la historia de la salvación en los que intervienen los Santos Ángeles. Textos como el del libro del Éxodo, que leemos en la liturgia de su fiesta: «He aquí que yo voy a enviar un ángel delante de ti, para que te guarde en el camino y te conduzca al lugar que te tengo preparado». Al igual que en la vida de Jesús, en la que los ángeles tienen una función particular, desde la Encarnación, cuando Gabriel anuncia su nacimiento a la Virgen María, hasta su Ascensión a los cielos. La Iglesia, que en sus inicios fue protegida por los ángeles y que continuamente experimenta su ayuda misteriosa, los venera y pide con confianza su intercesión. Así, en la liturgia se expresa en ocasiones bellamente nuestra fe y nuestra oración.

 

A lo largo de los siglos, los cristianos han mantenido las convicciones de la fe y de la tradición que también se manifiestan en su piedad popular. Los han tomado como patronos de ciudades y pueblos, protectores de agrupaciones, titulares de cofradías…; han establecido días festivos, han compuesto himnos, han desarrollado ejercicios de piedad y les dirigen oraciones sencillas y cercanas. En las fiestas de los Santos Arcángeles, se celebra a San Miguel como «el que vence al Maligno», el que nos ayuda a no dejarnos seducir por el mal; a San Rafael como el que «acompaña en el camino» y nos ayuda a no dar el paso equivocado; y a San Gabriel como quien tiene la función de «llevar buenas noticias», como las llevó a María, a Zacarías, a José; es el que nos recuerda la buena noticia de la salvación. Del mismo modo, también se ha fomentado la devoción a los Ángeles Custodios, especialmente al Ángel de la Guarda. San Basilio Magno decía que «todo fiel tiene a su lado un Ángel como protector y pastor, para llevarlo por la vida»; para San Bernardo de Claraval éstos, los ángeles, son demostración de que «el cielo no descuida nada que pueda ayudarnos», por lo cual pone «a nuestro lado estos espíritus celestes para que nos protejan, nos instruyan y nos guíen».

 

El Papa Francisco se ha referido muchas veces a los ángeles en las homilías con ocasión de sus fiestas, animándonos siempre a dirigirnos a ellos cuando necesitemos ayuda. Os ofrezco algunas de sus palabras porque creo que pueden ayudarnos en nuestra vida cristiana y eclesial. Nos dice que los ángeles y los cristianos «cooperamos conjuntamente al plan de salvación de Dios». Que los ángeles «son los grandes contemplativos y van delante del Señor para servirlo, para alabarlo, para adorarlo…», actitudes que bien podemos imitar. Pero también, que el Señor los envía para ser nuestros compañeros y protectores, «la ayuda especial que el Señor promete a su pueblo, como puerta cotidiana abierta a la trascendencia y como brújulas para nuestro camino». Recientemente, en la Audiencia del pasado día 2, al hacer memoria de los Santos Ángeles, nos ha invitado a reforzar la certeza de que Dios, a través de ellos, acompaña la vida de cada uno de nosotros; y a pedir que nos ayuden a anunciar y vivir el Evangelio de Cristo para que el mundo se renueve en el amor de Dios.

 

Yo quiero terminar igualmente con esa súplica, por intercesión de Ntra. Señora de los Ángeles a quien también saludamos con esa advocación.

Repensar la celebración comunitaria del domingo, una tarea «ineludible»

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«Es cierto que muchas, millones de personas» en todo el planeta, viven o han vivido «con absoluta normalidad» no tener acceso a la eucaristía los domingos. Una realidad que comienza a afectar también a la diócesis de Burgos que, hasta hace relativamente poco y «por una forma de hacer las cosas quizás un tanto clericalizada», ha visto cómo la práctica totalidad de los pueblos de la provincia gozaban de asistencia pastoral y de eucaristía dominical. Ahora, en palabras del arzobispo, es «inevitable» que la diócesis haga un esfuerzo por «pensar el cómo» dar solución a esta situación de una manera «realista, prudente, con compromiso y con paciencia».

 

A ello ha dedicado parte de la reunión mantenida esta mañana en el Seminario de San José el Consejo Diocesano de Pastoral, que ha estudiado cómo ofrecer al conjunto de la Iglesia en Burgos «orientaciones pastorales en torno a la celebración comunitaria del domingo». Don Fidel Herráez ha asegurado que este es un tema «de vital importancia que hay que abordar sí o sí» y que él mismo «va a favorecer». Para ello, ha precisado, se requiere «una profunda conversión pastoral» y «prepararlo seriamente» para no realizar «chapuzas» y lograr que la eucaristía siga siendo «el centro y el culmen de la vida cristiana».

 

«Una tarea imprescindible»

 

Junto a ello, el otro gran punto abordado en la reunión ha sido los pasos a dar de cara al inicio de la Asamblea Diocesana que ya se ha puesto en marcha. El vicario de pastoral y algunos miembros de la comisión teológico-pastoral y de la secretaría de la Asamblea han expuesto el recorrido seguido hasta ahora y se ha abierto un diálogo en torno a los temas a tratar y el método de trabajo a seguir durante el proceso sinodal. Para el pastor de la diócesis, es una «tarea imprescindible» por la que «merece la pena realizar el esfuerzo para escuchar lo que el Señor quiere que acojamos y anunciemos aquí y ahora».

 

Igualmente, el Consejo ha designado a Juan José Ángel Madrid, director de Voluntared – Escuela Diocesana, como miembro de su comisión permanente, que se encarga de preparar los temas a tratar en las distintas reuniones de este organismo que asesora al arzobispo en la marcha pastoral de la diócesis. Sustituye en la responsabilidad a Emilio Maestro, hasta ahora arcipreste de San Juan de Ortega y que abandona el cargo por nuevas responsabilidades pastorales.

La Iglesia en Burgos pide «trabajo decente, como Dios quiere»

por redaccion,

Trabajo decente

 

Por quinto año consecutivo, las organizaciones que integran la «Iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente» (ITD) celebran, el 7 de octubre, la Jornada Mundial por el Trabajo Decente para hacer visible «la indecente precariedad que sufre el mundo del trabajo». Con este motivo se han convocado diversos actos para el lunes en nuestra diócesis: en Burgos ciudad, a las 20:00 h tendrá lugar en el Parque de Santiago un gesto público al que seguirá una vigilia de oración, a las 20:30 h en la parroquia de San Pablo. En Miranda de Ebro se celebrará una eucaristía, a las 19:30 h, en la parroquia de San Nicolás.

 

En un manifiesto titulado «Frente a la indecente precariedad, trabajo decente, como Dios quiere», Cáritas, Delegación de Familia y Vida, Pastoral Obrera, HOAC, Secretariado de Trata, Pastoral de Migraciones, Pastoral Penitenciaria, JOC, Acción Católica General y Pastoral Gitana, argumentan que «cuando hablamos de precariedad laboral lo hacemos de vidas truncadas, vulnerables y violentadas; de personas explotadas y abusadas por contratos temporales y eventuales, con sueldos que no concuerdan con las horas realizadas, sin seguridad en el puesto de trabajo y sujetos a una flexibilidad que acaba quebrando la dimensión personal de las personas trabajadoras al imposibilitar una verdadera conciliación entre trabajo, familia, descanso, participación social y ocio. Seguimos constatando cómo el trabajo está lejos de ser un derecho que garantice la dignidad de la persona, mientras sigue aumentado el número de trabajadores y trabajadoras pobres».

 

«Como organizaciones y movimientos de Iglesia encarnados en la realidad del trabajo, queremos ser buena noticia en nuestras casas y barrios, lugares de trabajo y centros de estudios. Y volveros a recordar, en palabras del papa Francisco, que “La dignidad no nos la da el poder, el dinero, la cultura, ¡no! ¡La dignidad nos la da el trabajo!”. Y un trabajo que sea realmente digno. trabajo decente…».

 

En esta Jornada Mundial, «Iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente» reivindica que todos los poderes públicos se comprometan de forma activa en la construcción de un sistema económico, social y laboral justo, fraterno y sostenible que sitúe a la persona en el centro; que el trabajo sea garante de dignidad y justicia, así como del desarrollo integral de la persona, de sus capacidades, dones y vocación, empezando por las personas más descartadas y excluidas; y que el trabajo sea fuente de reconocimiento social y personal, a través de la dignificación de los cuidados, con nuevos planteamientos de políticas sociales, de género y educativas en igualdad entre mujeres y hombres, sin olvidar el derecho a una conciliación real de la vida familiar y laboral. Igualmente recuerdan que «el trabajo es para la vida, por lo que es imprescindible que se realice en un entorno de seguridad y salud, con condiciones que garanticen la integridad física y psíquica de la persona».

Imagen del mes de octubre: Virgen del Rosario, tallada en marfil

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Virgen del Rosario

 

La imagen del mes de octubre es una escultura en marfil que representa a la Virgen de cuerpo entero con el Niño desnudo, semisentado en su antebrazo derecho, apoyando el pie derecho en la mano izquierda de la Madre, con la cual sujeta un rosario. En la mano izquierda el Niño sostiene una granada. María lleva un manto sobre su cabeza, que deja ver el nacimiento del cabello, ordenado con raya en el medio. Sus facciones son menudas y achinadas, realzando la oblicuidad de sus ojos dos líneas ascendentes al estilo oriental. El manto cae recto a la izquierda y cruza la falda a la derecha formando pliegues curvilíneos.

 

La imagen, que lleva corona de plata rematada con una cruz, va realzada por una mandorla de plata sobredorada, alternando rayos flameantes y rectos en el borde exterior, con peana de tres cuerpos, separada por una corola de ocho (numero mariano) hojas trilobuladas. En los bordes de la cara interior de la mandorla se aprecia un remate de pequeñas rosas, destacando cuatro cabezas de pequeños ángeles alados, dos a cada lado, junto a la base.

 

La imagen pertenece al estilo denominado chino-portugués de las obras en marfil realizadas para el culto católico en los países de Oriente donde fue posible la evangelización. Son numerosas las imágenes que se conservan en la Península provenientes de India, China y Filipinas, países a los que llegaron los misioneros españoles y portugueses. Los portugueses comenzaron sus relaciones comerciales con China en 1513, consiguiendo en 1555 que las autoridades de Pekín reconociesen la factoría de Macao como colonia portuguesa.

 

A raíz de la muerte de San Francisco Javier en 1552 en la isla de Sanchoào, los jesuitas portugueses iniciaron una rápida difusión cultural y religiosa, fundando en 1583 en Macao la Universidad de la Madre de Dios. En 1667 el catolicismo contaba en China con cerca de 157.000 fieles y hubo una importante producción literaria, habiéndose publicado más de 300 libros sobre temas culturales y religiosos. Pero a pesar del esfuerzo de los misioneros jesuitas, dominicos y franciscanos y de los aparentemente buenos resultados evangelizadores, sin embargo el catolicismo en China no tuvo una honda penetración en el interior, limitándose a las zonas costeras.

 

Las divinidades budistas muy arraigadas y su iconografía nunca desaparecieron totalmente de la mente de los nuevos católicos. Una de las más difundidas y que se relaciona con esta obra es la diosa Kuan-Yin, cuyo grado de santidad precede al de Buda y que renuncia a ascender al Nirvana para ayudar a los mortales a santificarse. En sus imágenes se la representa de pie, con su hijo en brazos y un rosario budista en las manos. Su figura está llena de un encanto místico y misericordioso.

 

Esta imagen de María con el Niño que se conserva en la Catedral de Burgos tiene un gran parecido con la imagen de Kuan-Yin de marfil perteneciente al último período de la dinastía Ming (1368-1644), actualmente en el Victoria and Albert Museum de Londres.

 

Tanto la corona de la Virgen como la mandorla son trabajos populares del estilo barroco de finales del siglo XVII. Por sus características parece una producción novo hispana, que bien podría haberse realizado en tierras mejicanas o en Filipinas. La talla de marfil habría llegado de Macao a Filipinas o a Acapulco en las embarcaciones que recorrían esa ruta. Se desconoce la fecha en que esta obra entró en la Catedral de Burgos.

 

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