«A vino nuevo, odres nuevos»: nuevo proyecto pastoral de Acción Católica General

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El próximo sábado 27 de febrero a las 11:00 horas, y con el lema «Ven y verás», Acción Católica General presentará de manera on-line su nuevo proyecto pastoral como una oferta de evangelización para el mundo de hoy.

 

Desde la Acción Católica General de Burgos se invita a las personas interesadas a conocer un poco más sobre este proyecto, abierto a todos los laicos que quieran encontrarse cada día con Jesús, conocer, celebrar, orar y vivir su fe y comprometerse en la transformación del mundo, en cada uno de los ambientes en los que estamos. Y todo esto, vivirlo y compartirlo desde la parroquia y la diócesis, siendo corresponsables en la tarea de evangelización de la iglesia.

 

Para poder unirse a la retransmisión es necesario inscribirse antes del viernes 26 de febrero pulsando en este enlace. 

El arzobispo: «Las tentaciones nos revelan cómo es nuestro corazón»

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«Vengo con mucho gusto; visitar las parroquias me descansa, pero también tengo que repartirme entre otros pueblos y parroquias». Fue la confesión que ayer el arzobispo, don Mario Iceta, dijo a los mirandeses en la que fue una más de las ya varias visitas a la ciudad del Ebro desde que llegó a Burgos. Allí estuvo antes de tomar posesión de la archidiócesis; allí impartió también un retiro a los sacerdotes y celebró dos eucaristías en la parroquia de San Nicolás de Bari y, esta semana, Miranda ha vuelto a recibir su visita en dos ocasiones, para reunirse con sus sacerdotes el pasado lunes y celebrar ayer la eucaristía en el Buen Pastor.

 

En su homilía, el arzobispo señaló que la Cuaresma es un «tiempo de gracia, de ser fortalecidos por el Espíritu». Un «tiempo de desierto para dedicar más tiempo de calidad para estar con el Señor, de vencer la tentación y de convertirnos más a Dios y a los demás». En efecto, para don Mario las tentaciones que todo cristiano sufre pueden ser un indicador de su propia salud espiritual. «La tentación tienen algo bueno, descubre cómo es nuestro corazón, la fortaleza o debilidad de nuestra vida, cuánto somos generosos o avaros, perezosos o disponibles». Por eso, incluso las tentaciones, que pueden manifestarse bajo apariencia de materialismo, espectáculo, poderío, pueden suponer un momento de crecimiento personal: «Nos tienen que ayudar a conocernos por dentro y pueden ayudarnos a hacernos crecer», dijo.

 

Además de celebrar la eucaristía, el pastor de la archidiócesis pudo saludar a los distintos grupos que configuran la vida de la parroquia. El lunes, en la reunión de trabajo que mantuvo con los sacerdotes, pudo conocer las distintas comisiones arciprestales y las principales tareas pastorales que se desarrollan en la ciudad del Ebro y su entorno.

Comienzan las catequesis de confirmación de adultos

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El pasado sábado, comenzó en Burgos una nueva tanda de las catequesis de confirmación para adultos que coordina la vicaría de Pastoral. Se trata de un grupo de ocho personas que se reunirán los sábados en la parroquia de San Martín de Porres de Burgos, a la que es posible se sigan incorporando en los próximos días más candidatos a recibir el sacramento. Además, hay otro grupo de seis adultos que se están preparando conjuntamente en la parroquia de San Cosme y San Damián, y algunos otros en varias parroquias de la ciudad y provincia. En Miranda y en Aranda comenzarán también las catequesis en los próximos días.

 

Para inscribirse a las catequesis en Aranda de Duero es necesario mantener entrevista previa con Miguel Ángel Díez (619 96 55 75). En Miranda de Ebro el contacto para participar en las catequesis es Diego Luis (665 44 05 94), mientras que para el grupo de Burgos, en la parroquia de San Martín de Porres, el contacto es Diego Mingo (947 24 43 18). Los interesados también pueden consultar en su parroquia, informarse en [email protected] o llamar al teléfono 608 90 91 20.

 

Las catequesis serán presenciales siempre que las condiciones sanitarias lo permitan. En principio, la celebración comunitaria del sacramento de la Confirmación tendrá lugar en Burgos en la vigilia de Pentecostés (22 de mayo de 2021). Si hay número suficiente, habrá también celebraciones en Aranda y Miranda.

La celebración del Jubileo alcanza a todos los rincones de la archidiócesis

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La crisis sanitaria está impidiendo que numerosas comunidades parroquiales peregrinen hasta la Catedral para poder lucrar las gracias jubilares concedidas por el papa Francisco con motivo del VIII Centenario del templo. Aún así, y a la espera de que la situación epidemiológica mejore para poder visitar la seo quizás a partir de la Pascua, varios arciprestazgos están realizando diversas actividades encaminadas a celebrar este acontecimiento que sobrepasa los muros del templo para convertirse en una celebración diocesana.

 

Algunas parroquias del arciprestazgo del Arlanza, por ejemplo, han elaborado un calendario para este año 2021 en el que 32 cruces parroquiales recuerdan a los fieles de estas comunidades que «son templo de Dios», tal como indica el lema de este Jubileo especial. Por su parte, las parroquias del arciprestazgo de San Juan de Ortega han preparado un «itinerario jubilar» con el que ir preparando a estas comunidades a la próxima peregrinación a la seo. Se trata de seis materiales para trabajar mes a mes bien en pequeños grupos creados al caso, bien adaptados a las celebraciones dominicales de la eucaristía. Con cantos, varios signos, fragmentos de la Palabra de Dios y un pequeño compromiso, se pretende lograr que los fieles de este arciprestazgo que circunda la ciudad hasta el valle de Sedano puedan «realizar un itinerario jubilar antes de atravesar la Puerta santa, para que dicho momento no se quede en algo puntual, sino un verdadero momento de gracia».

 

Junto a estas propuestas, las parroquias de Quintanadueñas, Arroyal, Villarmero y Sotragero han organizado un concurso de dibujo infantil entre los niños que participan en sus catequesis.

 

El virus entra en clausura: «Gracias al Covid ha surgido una nueva comunidad»

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Foto: abadiadesilos.es.

 

No saben cómo, pero lo cierto es que los gruesos muros de sus monasterios y la observancia de la clausura no han bastado para impedir que el coronavirus penetrase en sus comunidades e hiciera mella entre sus miembros. Si ya de por sí están apartados del mundo y del foco mediático, durante la pandemia los monasterios de clausura parecen estar más olvidados que nunca y, sin embargo, también están sufriendo sus desgarradoras consecuencias. Algunos de forma dramática. Además de la caída de ingresos económicos derivados de la ralentización o paralización de sus trabajos, algunas comunidades han sido testigo de la virulencia de un patógeno que se ha llevado por delante incluso vidas humanas. Madre Trinidad, abadesa del Real Monasterio de las Huelgas, aún lamenta el fallecimiento de una hermana el pasado mes de noviembre, cuando la segunda ola de la pandemia se cebó especialmente con la provincia de Burgos. Aunque la finada pudo ser enterrada finalmente en el cementerio del monasterio, lo hizo en soledad, sin funeral, sin capellán y sin estar arropada por sus hermanas de comunidad, confinadas como estaban en sus celdas por un brote que contagió a las 22 moradoras de este cenobio cisterciense: «Fue duro, muy duro. Un día de una tristeza muy grande».

 

«Apenas estuvo dos días en planta», recuerda la abadesa. «Cuando por fin se la llevó la ambulancia ella se sabía ya muy malita y se despidió de nosotras. «El Señor me llama, no sé si volveré»… y no volvió», relata trayendo a la memoria esos días en los que la comunidad contemplativa vivió con incertidumbre una situación inédita, quizás nunca antes vista en este histórico monasterio. «Jamás imaginé que tendríamos que anular el oficio y la misa, que tendríamos que estar separadas y comer cada una en nuestra habitación. Ha sido algo totalmente extraordinario. Cada una rezaba en su celda lo que podía, el Rosario o algunas de las Horas… El Señor conoce nuestra imposibilidad», parece confesar ante él. «Pocas palabras le bastan; entiende todo cuando se lo dices con amor».

 

Aunque nunca lo sabrán a ciencia cierta, Madre Trinidad sospecha que el virus pudo colarse en las Huelgas a través de alguna hermana que visitó al médico o viajó en el autobús durante aquellos días de otoño, pues lo cierto es que el resto de personas vinculadas al Real Monasterio –propiedad de Patrimonio Nacional y en el que trabajan varios empleados– resultó negativo en las pruebas covid. Además de la difunta, otra religiosa tuvo que ser hospitalizada, tres o cuatro experimentaron tos, fiebre y alguna que otra molestia más intensa y la mayoría resultaron asintomáticas. La enfermera fue una de las que peor lo pasó debido al cuidado de las más convalecientes antes de que la comunidad decidiera dividirse en dos grupos para controlar mejor el brote en el monasterio, asesoradas siempre por personal sanitario, que ha dedicado tiempo y mimo a las monjas, que se muestran agradecidas por su atención. «A medida que fuimos mejorando, comenzamos poco a poco a rezar Laudes juntas, aunque seguíamos viendo la misa por televisión y yo distribuía la comunión a las hermanas». También han retomado ya su servicio de lavandería y sus populares trabajos manuales de cerámica.

 

Prácticamente en las mismas fechas, un poco más al oeste, también en la zona sur de la ciudad, el coronavirus entraba de lleno en uno de los monasterios de clausura mas modernos de la capital, el de las Cistercienses de San Bernardo, contagiando a todas las hermanas de la comunidad. Dos religiosas perdieron la vida. El covid despertó a una un cáncer cronificado. En otra, desencadenó una fuerte neumonía. «Fue una etapa muy intensa, pero también de resurrección. Gracias al covid ha surgido una nueva comunidad», indica sor Rosana, maestra de novicias.

 

Cuidado mutuo

 

Las diez mujeres que sobrevivieron aquella dura oleada aseguran ahora que, gracias a la pandemia, han salido más fortalecidas, «la comunidad vive más unida». Rosana asegura que esos días fueron «providenciales» pues la vida de la comunidad nunca se paralizó: «La primera en dar positivo fui yo, que me aislé con las cuatro novicias. Cuando nosotras fuimos dadas de alta, enfermó el resto de la comunidad. Así pudimos cuidarnos unas a otras».

 

«Fue una etapa muy intensa, pero también de resurrección. Gracias al covid ha surgido una nueva comunidad», indica sor Rosana, maestra de novicias del monasterio de San Bernardo.

 

La misma dinámica siguieron en Santo Domingo de Silos, donde un brote de coronavirus invadió el monasterio a finales de enero, contagiando a 20 de sus 24 moradores. Por fortuna, solo dos han necesitado hospitalización y los síntomas leves con los que han cursado la enfermedad ha facilitado que los monjes pudieran cuidarse mutuamente. Con todo, también tuvieron que cerrar el monasterio a las visitas y cancelar su seña de identidad más profunda, la oración litúrgica comunitaria: «Fue una sensación extraña al faltarnos algo fundamental en nuestra vida, como es la celebración coral comunitaria de la alabanza divina; pero lo aceptamos con naturalidad, como cuando un monje está enfermo, y en una situación de pandemia con mayor razón sabiendo que todas las medidas se encaminaban a preservar la salud de los miembros de la comunidad. Clausurar los actos comunitarios de oración no equivale a clausurar la celebración de las alabanzas del Señor; hemos celebrado el oficio divino de forma individual, pero sin dejar de sentirnos comunidad, de sentirnos Iglesia», relata su abad, Lorenzo Maté.

 

Él, junto a la abadesa de las Huelgas, indican que su mayor preocupación ha sido la de velar por la salud y la prosperidad de sus respectivas comunidades de clausura: «Personalmente lo he vivido desde la confianza y desde la fe. Me ha preocupado especialmente la salud de los monjes ancianos; pues, aunque los síntomas fueran leves, el desconocer cómo evolucionaría el contagio no dejaba de preocuparme». Madre Trinidad, por su parte, apostilla: «No sabía a que agarrarme, y pedía que no se me fuera nadie, que tengo que estar con ellas…». Una dura experiencia de la que desean salir cuanto antes: «Que el virus no vuelva por aquí, que harto hemos pasado ya…».