El Círculo de Silencio reclama «seguir caminando juntos»
La Delegación de Pastoral para las Migraciones y la Movilidad Humana de la archidiócesis ha organizado el Círculo de Silencio del mes de septiembre, como antesala de la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado, que la Iglesia celebrará el próximo 29 de septiembre. Precisamente, el lema de este Círculo de Silencio ha sido el elegido por el papa Francisco para la Jornada: Dios camina con su pueblo.
Al Círculo de Silencio han acudido cerca de un centenar de personas, desde algunos jóvenes senegaleses que han sostenido la pancarta hasta una señora de 101 años que, en su silla de ruedas, ha girado junto al resto de participantes. En el manifiesto, leído por los participantes, se ha mencionado el Libro del Éxodo, al igual que hace el papa Francisco en su mensaje para la Jornada, recordando al pueblo de Israel, que huía de la esclavitud y pasaba penurias en el desierto, camino de la Tierra Prometida.
Pero, más allá de los recuerdos, el manifiesto también incluye varias denuncias. Por una parte, recuerda que las causas de migración no sólo no desaparecen, sino que aumentan: violencia, pobreza, corrupción… «Una vez más recordamos que hay que actuar en el origen, promoviendo unas condiciones de vida más dignas en los países de origen. Y para ello, no hay que reducir la cooperación internacional, sino aumentarla, y garantizar que sea efectiva. En este sentido, reclamamos de nuevo al Ayuntamiento de Burgos que vuelva a destinar a proyectos de cooperación al menos lo mismo que dedicaba hasta el año pasado», señala.
También lamentan el clima de crispación política existente en torno a la cuestión migratoria, poniendo énfasis en el uso de ésta como arma arrojadiza entre unos y otros y preguntándose si «¿no es posible hablar serenamente de este tema? ¿No es posible buscar puntos de acuerdo? ¿No nos damos cuenta de que, mientras nosotros discutimos, hay personas que siguen sufriendo y muriendo? Y en el tema de los menores no acompañados, no debería caber ningún tipo de discusión, sino solamente una gestión eficaz y solidaria: son menores».
El manifiesto no abandona el terreno político, porque también reclama más rapidez en la tramitación de la ILP para la regularización de cerca de medio millón de migrantes aprobada por el Congreso de los Diputados, recordando que «la irregularidad es causa de sufrimiento, y muchas de esas personas de hecho ya están trabajando entre nosotros».
Y, por último, clama contra las mafias que negocian con las citas para lograr protección internacional ante la Policía aquí, en nuestro país. Aseguran que «todo el mundo lo sabe: las autoridades, la policía y los propios migrantes, que tienen que pagar varios cientos de euros para poder acudir a una cita, muchas veces en provincias distintas a la que viven. ¿De verdad que no se puede hacer nada? Criticamos las mafias que en otros países se aprovechan de la necesidad de los migrantes para llegar a Europa, y no trabajamos suficiente para evitar estas otras mafias que tenemos en casa».
El manifiesto concluye con el compromiso de «seguir caminando juntos en medio de este pueblo», al igual que lo hace Dios.