Cáritas celebra su asamblea anual en el marco de la fiesta del Corpus Christi

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Este pasado sábado 28 de mayo tuvo lugar la asamblea diocesana de Cáritas que, como cada año, concita a numerosos voluntarios y trabajadores de la institución eclesial en torno a la fiesta del Corpus Christi. El acto tuvo lugar en la sede central de Cáritas de la calle San Francisco y comenzó con una eucaristía en la que animaron el canto litúrgico los voluntarios del arciprestazgo de Miranda de Ebro. Además de los mirandeses, participaron en el acto responsables y voluntarios de los arciprestazgos de Aranda, Villarcayo, San Juan de Ortega y los tres de la ciudad. En total, cerca de medio centenar de asistentes.

 

Durante la jornada hubo tiempo de reflexionar sobre el trabajo como factor de empobrecimiento en una charla impartida por Carlos López de Ahedo, responsable del programa de cooperación internacional. En su exposición, Ahedo detalló cómo en la actualidad el 21% de los participantes de Cáritas poseen un trabajo, muchas veces tan precario que les empuja a solicitar ayuda a Cáritas.

 

Tras la ponencia se presentaron las cuentas de 2015 para su aprobación y los presupuestos para el presente año 2016. Igualmente se dio a conocer la memoria de actividades, datos todos ellos que hará públicos la organización a lo largo de esta semana.

 

El delegado diocesano de Cáritas, Fernando García Cadiñanos, valora «positivamente» la reunión del pasado fin de semana, al que califica de un «momento de encuentro para descubrir y valorar el trabajo que estamos haciendo y descubrir nuevos ambientes donde poder abrir camino».

Mesas informativas

Con motivo del día del Corpus Christi, Cáritas celebra también su día. Además de preparar la eucaristía de la catedral y demás parroquias, ayer domingo volvieron a recuperar sus tradicionales «mesas informativas». Colocaron un puesto de animación junto al Arco de Santa María, con un concierto de Migueli y talleres infantiles, dando a conocer a los viandantes el trabajo asistencial que realiza esta institución de caridad.

El arzobispo visita la parroquia del Buen Pastor de Miranda de Ebro

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Puntualmente, a las 10:00 de la mañana, comenzó la visita pastoral del arzobispo, don Fidel Herráez, a la parroquia El Buen Pastor, de Miranda de Ebro, el pasado sábado, día 28 de mayo. Tras ser recibido por el párroco, saludó al Santísimo y recorrió las instalaciones parroquiales.

 

Durante la jornada, tuvo ocasión de conversar detenidamente con los dos sacerdotes de la parroquia, Jesús María Calvo (párroco) y Carlos Azcona (adscrito), antes de firmar los libros parroquiales. Mantuvo una reunión con el consejo pastoral y de economía, donde conoció de primera mano las actividades que se desarrollan en la parroquia. Uno a uno, fue diciendo algo a cada uno de los grupos que se le presentaron, exhortándoles con su palabra, certera y profunda. Animó a todos a ser una comunidad parroquial que tenga una continua formación, que celebre lo que se vive y que realce la dimensión caritativa. Acto seguido, tuvo un encuentro con los catequistas en el que les invitó a seguir siendo mediación de Dios para tantos niños y jóvenes que, a través de ellos, buscan al Señor. Les dijo que «la catequesis no es solo instrucción intelectual, sino ayuda para la inserción en la comunidad parroquial». Tras visitar a una enferma, a la que regularmente se atiende desde la parroquia, comió con los sacerdotes y descansó brevemente antes de proseguir con la intensa jornada.

 

Ya por la tarde se reunió con el grupo de matrimonios jóvenes. Les invitó a vivir su vocación como un reflejo de la Trinidad: «Dios es comunión de personas, al igual que lo es el matrimonio y la familia». Después de este encuentro le esperaban los jóvenes para tener un rato de oración, que consistió en una exposición del Santísimo, en la que les predicó sobre la primera carta de san Juan. «Quien ama y es amado se desarrolla con un moderado equilibrio», les dijo. «Solo quien ama, va conociendo y saboreando quién es Dios».

 

En la recta final de la tarde tuvo oportunidad de conocer a los confirmandos, a sus padres y padrinos, y de atender un rato el confesonario. El punto culminante de la visita pastoral fue la misa estacional, que dio comienzo con el rito de acogida por parte del párroco. En el marco de esta eucaristía se administró el sacramento de la confirmación a treinta y tres jóvenes de la parroquia, a los cuales el arzobispo invitó, ante todo, a encontrarse con el Señor. «¿Por qué a veces nuestras eucaristías son aburridas?», interpeló a los presentes. «Porque dejamos nuestra vida fuera del templo y no la ponemos en comunicación con la vida de Cristo, que se nos entrega en el altar», sentenció. Por último, el arzobispo tuvo ocasión de departir con todos los feligreses en un aperitivo que se sirvió en los salones parroquiales, antes de regresar a Burgos y de dar por concluida su visita pastoral.

«La eucaristía no será plena mientras existan necesitados a nuestro lado»

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El de hoy no ha sido un domingo habitual en el centro de la ciudad. Los repiques de campanas, la música, el olor a romero e incienso y diversos altares diseminados por algunos rincones anunciaban a todos los burgaleses que Jesús Sacramentado salía hoy a las calles. Y así ha sido. Pasadas las 12:30 del mediodía, y tras una multitudinaria eucaristía presidida por el arzobispo en la catedral, la carroza de plata del maestro Suárez ha vuelto a portar la custodia que a principios del siglo pasado realizaron los talleres de Arte Granda para procesionar el Santísimo Sacramento. Una lluvia de pétalos de rosas caídos desde las torres de la seo han dado comienzo a una cuidada procesión en la que no han faltado los danzantes, Gigantillos y Gigantones, los niños de primera comunión y los pequeños adoradores, numerosos sacerdotes y miles de personas que han querido acompañar al Santísimo Sacramento por las principales calles del centro histórico.

«Dadles vosotros de comer»

Ha sido la primera procesión del Corpus Christi presidida por el arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, asombrado por la «cuidada procesión», tal como ha revelado al concluir la misma. Una fiesta única «celebrada desde los primerísimos siglos del cristianismo» y cuyo significado el pastor de la diócesis ha resumido en «amar mucho a Jesucristo y amar muchísimo a todos los demás», como ha sintetizado a los niños de primera comunión.

 

En su homilía, el prelado ha asegurado que «la eucaristía comienza en el altar, pero hemos de proseguirla en la calle, en nuestras familias, trabajos y ambientes». De ahí que «acoger solamente el amor de Dios que ha querido quedarse con nosotros para siempre sería insuficiente». Por eso, ha remarcado, «hay que compartirlo necesariamente con los demás». En efecto, en este día de la caridad, el arzobispo ha insistido en la necesidad de comprometerse con quienes están cerca: «La eucaristía debería ser una prolongación vital, real, en nuestra vida, pues la eucaristía no sería plena mientras entre nosotros existan personas necesitadas», ha asegurado.

 

Así, tomando como referencia las lecturas de la liturgia, don Fidel ha asegurado que «tenemos que dar nosotros de comer, hacer todo lo que podamos con lo poco que tenemos» para que así, «podamos vivir de modo completo la eucaristía».

Día de la caridad

Lo de compartir el amor lo saben bien los cientos de trabajadores y voluntarios de Cáritas que hoy también celebran su día. Para dar a conocer su labor han vuelto a recuperar sus antiguas mesas informativas, con las que han dado a conocer la labora caritativa y asistencial que realizan en toda la provincia junto al Arco de Santa María. Para ello, además de repartir diversos folletos de la institución, han realizado talleres para los niños y han contado con el testimonio del cantautor cristiano Migueli.

Para ampliar: galería fotográfica del acto

Los fieles de Burgos adoran al Santísimo Sacramento

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El Colacho Festival

Momento del salto y bendición a los niños.

 

El Corpus Christi se celebra el jueves siguiente al Domingo de la Santísima Trinidad, y conmemora la institución de la Eucaristía, instaurada el Jueves  Santo durante la Última Cena, cuando Jesucristo convirtió el pan y el vino en su Cuerpo y Sangre.

 

La Eucaristía es el regalo más grande que Jesús dejó a los cristianos pues, a través de este sacramento, Él ha querido quedarse con nosotros, después de su Ascensión, hasta el fin de los tiempos.

 

La solemnidad del Corpus Christi se instituyó en siglo XIII, el 8 de septiembre de 1264, por el Papa Urbano IV. Las visiones de Santa Juliana de Mont Cornillon y  el milagro eucarístico de Bolsena/Orvieto fueron dos eventos extraordinarios que contribuyeron a su instauración.

 

Tradiciones y devociones

Las diócesis de toda España conmemoran esta solemnidad, engalanándose para adorar el Santísimo Sacramento. Tal es el caso de Castrillo de Murcia, que desde 1621 celebra la fiesta de El Colacho en la que el pueblo se involucra en la devoción al Cuerpo de Cristo.

 

Durante las fiestas, El Colacho intenta interrumpir todos los actos que el pueblo organiza esos días para expresar su devoción eucarística, como la misa o las danzas. Los niños y el pueblo insultan a éste mimo burlesco que representa al diablo, mientras éste en cambio les persigue y golpea con su zurriago.

 

El momento álgido de la fiesta es la procesión, donde el Santísimo bendice al pueblo, los campos y los niños que han nacido durante el año, y esperan su llegada acostados en colchones. Momento en el que se produce la derrota del diablo, en el que huye de los niños, saltando los colchones.

 

Aunque la fiesta de El Colacho se celebra del 25 al 30 de mayo, su momento culminante tiene lugar el domingo 29 de mayo, día de la celebración de la Procesión Eucarística y del salto y bendición de los niños que han nacido durante el año.

 

 

La Eucaristía, sacramento de la caridad

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Con la fiesta del Corpus Christi, que hoy celebramos, y con nuestra fiesta local del Curpillos, que tiene lugar en la Octava, nos disponemos a vivir una semana profundamente eucarística en nuestra diócesis. Permitidme que hoy, en el marco del Jubileo de la Misericordia, reflexionemos en voz alta sobre el Misterio de la Eucaristía y sus profundas consecuencias en la práctica de la caridad. No en vano, hoy celebramos el Día de la Caridad, el día de Cáritas. Una vinculación entre ambas realidades que contribuye a alejarnos de la tentación siempre permanente de separar nuestro culto de la práctica de la justicia y la misericordia.

 

San Agustín tiene un texto en el que, con unas palabras que pone en labios del mismo Señor, nos dice algo fundamental para comprender esta estrecha relación entre Eucaristía y misericordia: «Manjar soy de grandes… no me transformarás en ti como el manjar de tu carne, sino que tú te transformarás en mí». En efecto, participar en la Eucaristía es transformarse en Cristo; y desde Cristo, es entrar en el misterio de Dios, es configurar nuestra vida desde el modelo que es Él, es unirse en comunión profunda con Jesús, es, en el fondo, hacer nuestros sus mismos sentimientos y actitudes. Y como bien sabemos, en la raíz de toda la vida y actividad de Jesús está su amor compasivo. Él se acerca a los que sufren, alivia su dolor, toca a los leprosos, libera a los poseídos por el mal, los rescata de la marginación y los devuelve a la convivencia. Por eso, al participar en la Eucaristía, en cierta medida, nos empapamos de Jesús y nos hacemos como un eco prolongado de su misma acción misericordiosa. De ahí que, como nos decía S. Juan Crisóstomo, ha de existir continuidad entre la adoración a Jesús en la mesa del altar y su descubrimiento y servicio en el altar de los pobres.

 

En su mensaje con motivo de esta festividad, los Obispos españoles reflexionamos sobre algo que me parece muy significativo: la Eucaristía como generadora y promotora de una nueva cultura de la compasión, hoy tan necesaria. Me parece fundamental descubrir que vivir auténticamente la Eucaristía nos lleva a vivir desde otras claves, que son las que construyen el Reino de Dios en la tierra y contribuyen a la fraternidad en nuestro mundo. No en vano, la Eucaristía es anticipo de la mesa celestial, donde todo tipo de hambre será saciada,  y se convierte en el centro y la fuente de nuestra vida cristiana. Configurados con el misterio eucarístico, se nos capacita e impulsa a trabajar comprometida y audazmente por renovar desde dentro nuestra cultura, tan marcada por la indiferencia, encarnando algunos rasgos propios de nuestro Maestro: estar atentos a la realidad en la que vivimos, acercarnos a las miserias que nos rodean, salir al encuentro del otro, curar las heridas del sufriente, acompañar a las personas en el crecimiento de su dignidad y trabajar por dejar a nuestro paso la profunda huella de la justicia y de la misericordia.

 

Por eso, cuando celebramos la Eucaristía ha de crecer la dimensión misericordiosa en la comunidad cristiana. Así lo pide insistentemente la misma oración de la Iglesia que, en una de sus plegarias eucarísticas, ora para que toda la Iglesia y cada cristiano sean transformados, por la acción del Espíritu Santo, en instrumentos de misericordia: «Danos entrañas de misericordia ante toda miseria humana, inspíranos el gesto y la palabra oportuna frente al hermano solo y desamparado, ayúdanos a mostrarnos siempre disponibles ante quien se siente solo y deprimido. Que tu Iglesia, Señor, sea un recinto de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando».

 

¡Qué hermoso sería que, nuestra sociedad y nuestro mundo, pudieran encontrar hechas vida estas hermosas palabras en cada una de las comunidades que celebran la Eucaristía! En esta tarea está empeñada especialmente nuestra Cáritas Diocesana y cada una de las Cáritas parroquiales a las que hoy agradezco y animo en su tarea encomiable: ellas son la misma Iglesia que se organiza para acercarse eficaz e integralmente a los más empobrecidos de nuestras parroquias. La acción caritativa que Cáritas desempeña como expresión de nuestra Iglesia local, bebe y se alimenta del misterio eucarístico que hoy procesionamos solemnemente con actitud de adoración, agradecimiento y compromiso. Os animo y aliento a vivir  juntos el hondo significado de la fiesta de hoy para que, esta Iglesia que camina en Burgos sea, por la celebración de la Eucaristía, ese necesario «oasis de misericordia» que el Papa Francisco nos demanda para este Año Jubilar. Suyas son estas palabras, en la solemnidad del Corpus Christi del pasado año, cuando nos decía que por la unión con el Señor en la Eucaristía «experimentaremos la gracia de la transformación… y seremos sus ojos que van en busca de Zaqueo y la Magdalena; seremos su mano que socorre a los enfermos del cuerpo y del espíritu; seremos su corazón que ama a los necesitados de reconciliación, de misericordia y de comprensión».