Una chocolatada solidaria con Cáritas y los menores más desfavorecidos

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Dentro de las actividades programadas en torno a la Navidad, el Centro Comercial El Mirador ha querido tener presentes a los más desfavorecidos. Con este motivo, el viernes y sábado pasados desarrrolló una actividad en la que, a cambio de un donativo que irá destinado a Cáritas Diocesana, los niños y niñas pudieron disfrutar de un chocolate y participar en uno de los dos talleres propuestos. La idea central del evento era unir la sensibilización hacia los problemas sociales con un momento lúdico, contribuyendo así a la formación en valores de los más pequeños. Cáritas destinará la recaudación a su Campaña Especial de Navidad, con la que aspira a reunir 25.000 euros en donaciones, que se destinarán a su programa de Infancia y Adolescencia, y a la que ya se han unido diversas empresas y particulares.

 

Desde hace más de cinco años el Centro Comercial El Mirador y Cáritas Diocesana de Burgos han establecido una intensa colaboración, de la que también participa el Grupo Tiempo Activo, que es el responsable de la organización de los campamentos urbanos en verano. En el caso de esta actividad, la suma obtenida en concepto de coste de inscripción también se entrega a Cáritas, con unas cifras anuales cercanas a los 5.000 euros. El programa de Infancia de esta entidad en Burgos está realizando un esfuerzo especial durante este curso para dar a conocer la realidad de los niños y niñas de familias más desfavorecidas, que se enfrentan a grandes dificultades para poder romper el círculo de la pobreza. En este sentido, desde Cáritas se considera fundamental contar con los principales actores económicos de nuestra provincia, y se agradece la implicación del Centro Comercial El Mirador y de sus clientes en esta iniciativa.

El arciprestazgo de La Sierra canta a la Navidad en Hacinas

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Como marca la tradición en estos días del año, el arciprestazgo de la Sierra organizó el pasado viernes su habitual certamen navideño de villancicos. Una cita que reunió en la iglesia parroquial de San Pedro, en Hacinas, a más de trescientas personas de los diferentes pueblos de la comarca.

 

Un total de dieciséis coros parroquiales dieron voz a villancicos tradicionales, a otros algo menos conocidos, así como a alguna composición original. El certamen concluyó con el popular canto de «Noche de paz».

 

Al concluir el acto, se ofreció un ágape fraterno en el salón del ayuntamiento de dicha localidad. «Encuentros como este favorecen la unidad y fraternidad, y más en estas fechas, donde la música navideña ha servido como ambientación adecuada para la venida del Salvador», comentan los organizadores arciprestales del evento.

«Para las personas mayores son días difíciles, porque es una etapa de añoranza»

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Los residentes, cantando villancicos ante el gran belén.

Los residentes, cantando villancicos ante el gran belén.

 

Cuando llega la Navidad, incluso ya durante todo el Adviento, la residencia Barrantes se carga de actividades, religiosas y lúdicas. «Lo que procuramos es dejar poco tiempo para que la cabeza piense», explica el gerente del centro, José María Acosta. Y es que si ya la Navidad es un momento complicado para la sociedad en general a partir de cierta edad, lo es más para los residentes, añade sor María Ángeles, trabajadora social. «Son días difíciles. Por mucho que los cubramos con actividades, hay soledad. Y no porque ellos estén solos, pues la mayor parte de los residentes tiene muchas visitas, sino porque es una etapa de añoranzas. No quiere decir que porque uno tenga muchas visitas vaya a vivir mejor las Navidades», asegura.

 

Jose, que es como llaman todos al gerente en esta gran familia, incorpora un matiz: «Mientras durante buena parte de nuestra vida cumplir años es motivo de alegría, a medida que te vas haciendo mayor es motivo de tristeza. Empiezas a sobrevivir a tu familia, a tus amigos, y es tremendamente duro, especialmente cuando llegan fechas como esta, porque tienes un planteamiento personal: ¿y si estas son mis últimas navidades? Entre otras cosas porque ves que hay personas que tienen mayor nivel de deterioro del que tienes tú».

 

El personal se vuelca para que los mayores vivan en estas fechas momentos de alegría, de fiesta, siendo conscientes de que «tampoco hay que esconder el dolor, ni el sufrimiento, ni el envejecimiento, ni la debilidad». «En el plano humano, que tratamos de estar todo el año con la mayor cercanía posible, se hace un esfuerzo grande por acoger a las familias, porque hay muchas cuyos miembros ya viven fuera de Burgos, aprovechan Navidades para venir a ver al abuelo, la abuela, la madre… Es un punto importante para los mayores, el acoger a un hijo y a un nieto es acogerles a ellos mismos», explica la religiosa.

 

Algo tan normal como decorar la casa, aquí tiene una connotación especial. No se trata solo de crear un ambiente más bonito, sino sobre todo de estimular a estas personas. Buena parte de ellas presentan deterioros cognitivos, y hay que buscar recursos como los colores, los sonidos, las luces, para que ellos puedan percibir que es Navidad.

 

Las actividades religiosas comienzan ya en el Adviento. Se celebra una eucaristía por los residentes fallecidos, otro día la unción de enfermos, una liturgia de la Palabra sencilla al comenzar la Navidad y otra en fin de año. Y por supuesto, las misas de Nochebuena, Navidad y Año Nuevo, abiertas a los familiares. Hay momentos que los mayores viven con especial intensidad, como la visita del arzobispo el día de Navidad o la del obispillo, el de los Santos Inocentes, y las de los miembros de la fundación e innumerables grupos de parroquias, voluntarios, movimientos, que acuden en estos días a compartir algunos ratos con ellos «y a cantar muchos, muchos villancicos».

 

En Nochebuena son pocos los ancianos que abandonan la residencia para cenar con sus familias. «No es que los hijos no quieran, muchas se llevan un disgusto muy grande cuando el mayor dice que no va a salir. ¿Porque no quiere estar con los hijos? Pues no. Porque ya crea molestia, inseguridad, la noche siempre es mala, el querer venir a tu casa, a tu cama, el no ya demasiado ruido, los horarios de las familias… La sociedad llevamos un ritmo muy distinto al que llevan aquí», apunta sor María Ángeles.

 

«Cada vez más, las personas tienen deterioros cognitivos. Entonces la única manera de orientar a una persona para no tener alteraciones de conducta es fijarle rutinas, porque esas rutinas les dan seguridad. Establecer siempre las mismas pautas, mismos horarios, mismos lugares, mismos actos, lo que les da es una orientación. Ya simplemente el mero cambio de habitación es un trauma. Sacarles de esa rutina a la que están acostumbrados lo llevan mal», añade el gerente.

 

«A las familias les duele mucho no poder sacarles, sobre todo el primer año. Cuando decía que cuidábamos a las familias también hablaba de esto. Al final todos sentimos un poco de culpa, no queremos llevar a nuestros familiares a la residencia. Intentamos ayudar a que las familias vean que no se abandona al mayor, que lo que se hace es protegerlo. El hecho de no llevarle a casa no significa que la familia no pueda trasladarse al centro residencial a acompañarle. A lo largo de la vida nos vamos acompañando y sintiéndonos acompañados de muchas maneras. En esta etapa, en que uno está delicado, no es importante ni lo que coma, ni el lugar donde esté, sino en el lugar que él vive a diario se sienta protegido por la familia y acompañado por la familia», concluye la religiosa.

 

Ante la avalancha de visitas navideñas, todas bien venidas, añade algo más: «Todos vienen con muy buena voluntad, pero los ancianitos están también en abril, y en mayo y en junio…».

Belenes en Burgos (V): El belén monumental de Renuncio

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El mimo y la dedicación con los que Gustavo García y su padre Carlos preparan el belén monumental instalado en su casa de Renuncio –a 8 kilómetros de Burgos– aumenta año tras año. Después de varios meses de trabajo, el pasado viernes inauguraban este espectacular nacimiento que ocupa una superficie de 55 metros cuadrados de vegetación, agua y delicadas construcciones de gran calidad y realismo.

 

Desde que comenzaran a construir el montaje, hace ahora 18 años, en cada edición sorprenden a los visitantes (cerca de 4.000 cada año) con nuevas edificaciones, figuras y numerosos detalles que reflejan las costumbres típicas del Belén del primer siglo. Este año, destaca una nueva cueva con la Sagrada Familia, una cavidad con varias galerías de gran profundidad donde el musgo y la vegetación natural son protagonistas.

 

También sobresale una escena dedicada a Egipto, donde destaca una reproducción del templo de la isla de Philae. En medio de un estanque se levanta un embarcadero en piedra realizada con poliuretano y un barco egipcio que transporta mercancía. A los pies del embarcadero, se puede contemplar el templo con unas dimensiones de 2 metros de ancho por 1 de alto y 2 de profundidad. El edificio destaca por diez columnas plagadas de bajorrelieves con jeroglíficos egipcios, además de cuatro grandes faraones moldeados en barro.

 

El nacimiento, con cerca de 270 figuras del maestro belenista José Luis Mayo Lebrija, cuenta también con una reproducción del pueblo de Belén con numerosas edificaciones y representación de varios oficios, desde recolectores de aceitunas a alfareros, pasando por herreros y artesanos de diversa índole. El montaje se complementa, en fin, con una escena de la huída a Egipto, construida en una gran cavidad con un riachuelo.

 

El belén podrá contemplarse hasta el 7 de enero en horario de 17:30 a 20:30 de lunes a viernes. Los sábados, domingos y festivos el horario se amplía de 12:00 a 14:30 horas por la mañana y 17:30 a 20:30 horas por la tarde.

Cuando la enfermedad no entiende ni de Navidades ni de fechas

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El hermano Florentino, junto al Misterio instalado en el hall del hospital.

El hermano Florentino, junto al Misterio instalado en el hall del hospital.

 

La Navidad es siempre una fecha especial en el calendario. Aunque, a veces, esa fiesta de gozo y alegría se ve sumergida, también ella, en la noche del dolor. Y es que «las enfermedades no entienden de fechas ni de Navidades» y es por ello necesario que, en la medida de las posibilidades, también en este trance pueda ser una auténtica celebración.

 

Así lo entiende el hermano Florentino Martínez de la Cerda, superior de la comunidad de los Hermanos de San Juan de Dios de Burgos y subdirector gerente del hospital que atienden en la ciudad desde hace 62 años. Nacido en Atapuerca, Martínez es enfermero, fisioterapeuta y máster en Dirección y Gestión de Hospitales; fue, además, director del hospital de 1971 a 1974. Su más que dilatada experiencia profesional le atestigua, por tanto, que «la enfermedad es siempre un momento duro y complicado» y que, en estos días de Navidad, se hace aún más difícil: «Los pacientes externalizan mucho más sus sentimientos y lo manifiestan con emoción y lágrimas». Además, ante la nostalgia del calor del hogar y el recuerdo de los villancicos de infancia, «el silencio del enfermo es aún más elocuente de lo habitual».

 

Por fortuna, sus pacientes tienen la suerte de sanar sus dolencias en un hospital «atípico», donde el cuidado integral del paciente es una prioridad. En San Juan de Dios, los tratamientos con los pacientes son diversos a otros centros hospitalarios, pues aquí se pretende «acompañar al enfermo en todas sus necesidades, no solo materiales y corporales, sino también espirituales». De ahí que, también en este tiempo de Navidad, los trabajadores, voluntarios y bienhechores implicados en la marcha del proyecto asistencial del centro se esfuercen «para que el espíritu navideño invada todo nuestro hospital». También lo hacen de forma especial los hermanos de su congregación, que no regresan a sus hogares hasta pasada la Navidad, pues «su verdadera familia» es la de los enfermos y su propia comunidad religiosa».

 

Atención pastoral

 

Durante estos días, el hospital cambia su fisionomía. En la entrada colocan un gran misterio con las figuras de María, José y el niño Jesús y un enorme belén en la capilla del centro. Además, en las casi 200 puertas de las habitaciones cuelgan adornos navideños que elaboran con mimo y dedicación los pacientes que asisten al servicio de terapia ocupacional. Además, los participantes en este servicio también confeccionan las tarjetas postales que los usuarios del hospital pueden enviar a sus familiares y amigos en estas fechas tan señaladas. Todo el personal se implica en que el hospital mude ese habitual olor a ungüentos y medicinas por el de la humanidad y el cariño. «Es verdad que en los días de Navidad cuesta más trabajar, pero incluso en esos momentos el trabajo se hace con un esfuerzo especial para lograr que los pacientes olviden por un momento sus preocupaciones».

 

A los pacientes, se les ofrece además la oportunidad de participar en las celebraciones litúrgicas más señaladas, como Navidad y Año Nuevo. Además, no faltan la tradicional visita de los Pueri Cantores con su concierto de villancicos y los voluntarios de varias parroquias, que recorren los pasillos alegrando con sus cantos y sembrando estrellas a enfermos y familiares.

 

Aunque, quizás, lo más curioso es el modo en que cuidan la celebración de Nochebuena y Nochevieja. Y es que, en unas noches tan especiales, el mismo hospital se encarga de invitar a cenar a los familiares y acompañantes del enfermo. Así, «si en casa quedará un hueco vacío en la mesa ante la ausencia del enfermo, no queremos que en el hospital haya también un enfermo sin acompañante». Así que el hospital se encarga de elaborar un menú especial para que ningún enfermo pase solo esa noche tan emblemática.

 

Junto a ello, la otra fiesta donde el hospital entero se vuelca es la celebración de la Epifanía. En la capilla del Hospital se representa un belén viviente y, tras el auto sacramental, los reyes magos visitan a los enfermos en sus habitaciones entregándoles un obsequio personal. «Es un momento muy emotivo para todos, enfermos, familiares y cuantos les acompañan».

 

Una forma de celebrar «que la venida de Dios al mundo nos llena de alegría». Y es que, como le gusta repetir al hermano Florentino parafraseando a Saint-Exupery, «el amor es lo único que crece cuando se reparte».