Los colegios diocesanos y del Círculo organizan una semana sobre neuroeducación

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Dentro de las iniciativas que los colegios diocesanos y del Círculo Católico vienen desarrollando en el proyecto EducaInnova, se ha organizado la «I Semana EducaInnova Burgos», que se celebrará del 18 al 21 de febrero. En ella se dará a conocer a todas las personas interesadas de la ciudad lo que es la neuroeducación y para ello se contará con la participación de un equipo de docentes de los centros en los que se está aplicando el proyecto y algunos expertos que están colaborando de manera externa en su puesta en práctica. Todas las charlas se celebrarán en el salón de actos de CajaCírculo (Plaza de España) de 17:30 a 19:00 h.

 

Las dos primeras conferencias se centrarán en las familias con hijos en edad infantil (de 0 a 6 años). Así, el lunes, dia 18, Chema Lázaro, director de Proyectos Educativos NIUCO, hablará sobre «El cerebro infantil, viaje a los aspectos clave del neurodesarrollo», y el martes, profesores de Infantil de los Centros Educativos EducaInnova expondrán su experiencia sobre la implantación del proyecto en Burgos durante esa etapa.

 

El miércoles, 20 de febrero, se abordará el tema de las emociones, con la conferencia «Poner nuestras emociones al servicio del crecimiento y el aprendizaje», a cargo de Alfonso Salgado Ruiz, decano de la Facultad de Psicología de la Universidad Pontificia de Salamanca. Las jornadas concluirán el día 21 con una charla para docentes, titulada «ABP, la neuroeducacion en el aula» e impartida por Mónica Martínez Masip, maestra y pedagoga.

 

Los ponentes

 

Chema Lázaro es maestro de Educación Primaria, máster en Neurodidáctica y cuenta con diversos premios y reconomientos a la innovación en educación. Profesor en el Máster de Neurodidáctica y el de Profesorado de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, es cofundador de NIUCO, empresa  del  sector de  la  educación que  apuesta por un cambio metodológico basado en los avances de  la ciencia en este campo.

 

Alfonso Salgado Ruiz es catedrático de Psicología Biológica y especialista en Psicología Clínica. Actualmente, es director del Máster Universitario en Psicología General Sanitaria y Defensor del Estudiante de la Universidad Pontificia de Salamanca. También es miembro de la Junta Directiva de Psicoterapia del Consejo Oficial de Psicología. Ha recibido siete premios nacionales de investigación en el campo de los procesos básicos en psicología clínica y su aplicación sanitaria. Sus principales líneas de investigación se centran en conductas adictivas, trastornos psicofisiológicos, problemas de fluidez del habla y procesos básicos en psicología clínica y de salud.

 

Mónica Martínez Masip cuenta con una amplia formación académica y práctica en el mundo de la Educación y está especializada en programaciones didácticas, evaluación en el aula y desarrollo de nuevas metodologías educativas.

2019 02 11 lunes: Resumen de Prensa

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Burgos

 

 

VIII Centenario Catedral

 

 

Patrimonio

 

 

Manos de mujer que se unieron contra el hambre en el mundo

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Corría el año 1959 cuando las mujeres de Acción Católica recogieron el llamamiento de la FAO y pusieron en marcha la primera Campaña contra el Hambre con un triple objetivo: denunciar el drama humano de los pobres que mueren de hambre, ayudar a la sociedad a tomar conciencia de este escándalo y reunir recursos para mover a la acción concreta. Lo que comenzó siendo una acción puntual caló tan hondo que con el tiempo se convirtió en una de las organizaciones más prestigiosas y fiables de nuestro país.

 

Ya desde 1959 en la diócesis de Burgos se participaba en esta campaña. Aunque en ese año no llegó a realizarse una colecta propiamente dicha, sí se promovió el ayuno voluntario y se recaudaron 1.368 pesetas. Tres años después, la colecta para el Día del Hambre, que se realizó no solo en la capital, sino también en varios municipios de la provincia, consiguió reunir 11.496 pesetas.

 

La delegación consiguió que las propuestas de «guerra al hambre» llegasen primero a una extensa red de parroquias y paulatinamente a toda la sociedad burgalesa. A ese primer grupo de pioneras se fueron sumando cada vez más personas ajenas a la Acción Católica y la campaña empezó a crecer y a extender sus actividades: charlas, conferencias, colectas en parroquias, colegios y centros sociales, cuestaciones a pie de calle, e incluso proyecciones de películas en el Gran Teatro.

 

La actividad más importante que se inició en la década de los sesenta y que se mantuvo durante mucho tiempo fue la recogida de botellas y papel para su posterior venta. En ella se involucraban desde las autoridades, que otorgaban los oportunos permisos y prestaban camiones y furgonetas para la recogida, hasta las empresas y particulares que también ofrecían sus vehículos o se prestaban para conducir, o los alumnos de muchos colegios que colaboraban en las labores de carga y descarga en la Plaza de Toros, donde se almacenaba el material recogido, o salían en rondallas para ambientar la actividad. No faltaban enfermeras para atender posibles cortes y contusiones y alguna congregación religiosa y voluntarios que preparaban bocadillos y bebidas para todos los que participaban en el operativo.

 

Recogida de papel en la plaza de Toros.

Recogida de botellas y papel en la plaza de Toros en los años 60.

 

Eran años en que los proyectos eran muy básicos, centrados en la alimentación, incluso se fletaban camiones con alimentos. Pero poco a poco estas acciones fueron tomando forma y empezaron a destinarse los recursos a financiar pequeños proyectos en diversos países. A medida que las actividades se incrementaban y se hacían más complejas (en el año 70 la campaña había alcanzado ya una recaudación de 1.229.688 pesetas a nivel provincial), se fue haciendo necesaria una organización: la primitiva Campaña contra el Hambre pasa a denominarse en 1978 Manos Unidas y se reconoce plenamente la personalidad jurídica de la organización, reconocida por la Conferencia Episcopal como el organismo oficial de la Iglesia española para la ayuda, promoción y desarrollo del tercer mundo.

 

Entre 1978 y 1982, visto el éxito de las recaudaciones, los esfuerzos se centran en potenciar la importancia de la educación para el desarrollo como objetivo de la campaña. Para ello se intenta profundizar y difundir el mensaje de la justicia y, pese a mantenerse los fines que habían dado origen a Manos Unidas, se pretende dar un nuevo giro, buscar las causas de la pobreza y el hambre y asumir la propia responsabilidad como país desarrollado. Se sugiere no seguir realizando cuestaciones en la calle y se intensifican los esfuerzos para llegar a todos los escolares de la provincia.

 

A partir del 25 aniversario de Manos Unidas la organización creció en prestigio y en presencia social. Las campañas salieron del ámbito de las parroquias y empezaron a alcanzar a toda la sociedad. Comenzó a celebrarse el ya tradicional Mercadillo Solidario, de gran repercusión pública y que aún se sigue celebrando. La recaudación continuaba creciendo: en 1985 se recaudaron 11.439.310 pesetas y seis años después la cifra se multiplicó por seis.

 

Algunas mujeres y el arzobispo, don Teodoro Cardenal, en la inauguración de un mercadillo solidario.

Algunas mujeres y el arzobispo, don Teodoro Cardenal, en la inauguración de un mercadillo solidario.

 

Más mediática aún que el mercadillo fue la «Operación Bocata», que nació hace 20 años por iniciativa del sacerdote Marcelo Gómez, entonces vicario parroquial de San Cosme y San Damián. Aquella iniciativa, que comenzó celebrándose en dicha parroquia y en los centros educativos del arciprestazgo de Vega, hoy se lleva a cabo en colegios de toda la ciudad, en Aranda y Miranda. En su última edición, se sumaron casi 12.000 alumnos de todos los ciclos. 

 

Una marca de confianza

 

Sesenta años después de su creación, Manos Unidas se involucra en proyectos cada vez más complejos, de desarrollo integral: educación y formación, capacitación de mujeres…, sin dejar por ello de atender las necesidades de infraestructuras básicas que aún son demandadas por algunas comunidades del tercer mundo, sobre todo en el continente africano.

 

La delegación de Burgos cuenta, para llevar a cabo su actividad, con 12 voluntarias y unas 50 personas que colaboran de manera más o menos estable. En acciones determinadas, como la «Operación Bocata» o el Mercadillo, llegan a implicarse alrededor de cien personas (incluso las fundadoras, que salen por los comercios a recoger la mercancía que se pondrá a la venta).

 

La recaudación media anual de Manos Unidas en Burgos ronda los 600.000 euros (en 2017 fueron 674.282 euros, lo que supone una ratio de 1,90 por burgalés, una de las más altas de España, según comenta la presidenta delegada, Cristina Romano). Con dichos fondos se sufragan anualmente en torno a siete u ocho proyectos a través de lo que llaman «Operación Enlace» (se asigna un proyecto determinado  un arciprestazo o alguna actividad concreta, como la «Operación Bocata»).

 

Cristina Romano achaca la buena respuesta social hacia la organización a diversos factores: «Los españoles somos muy emocionales y muy solidarios en general. Además, Manos Unidas nunca se ha visto afectada por ningún escándalo, entonces es una marca de confianza. Por otra parte, la mayor parte de los ingresos son privados, así que la reducción de subvenciones nos afecta mucho menos que a otras organizaciones que dependen más de las Administraciones públicas. Eso nos da mucha independencia». De otro lado, «pertenecer a la Iglesia Católica puede habernos restado presencia en algunos ámbitos, pero nos beneficia tanto a nivel de financiación de proyectos como de sensibilización, ya que nos facilita el acceso a las parroquias, comunidades religiosas y colegios… No obstante, hay que decir que Manos Unidas y Cáritas son dos organizaciones que cuentan con un gran prestigio en la sociedad española».

Ante el hambre en el mundo

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Don Fidel, en una reciente «Operación Bocata».

Don Fidel, en una reciente «Operación Bocata».

 

Celebramos hoy la Campaña de Manos Unidas contra el Hambre. Manos Unidas es, como sabéis, la ONG de la Iglesia Católica Española para la promoción y el desarrollo de los países más empobrecidos. Son ya 60 años los que cumple esta organización cristiana, que golpea nuestras conciencias y nos provoca a la solidaridad, luchando contra el hambre, la pobreza, la exclusión y la falta de compromiso en la construcción de un mundo más justo y solidario.

 

Si miramos hacia atrás, lo hacemos con el agradecimiento al coraje de aquellas primeras mujeres de Acción Católica que, conscientes de la realidad de su momento, no se quedaron con los brazos cruzados sino que se pusieron manos a la obra para estrechar otras manos y crear fraternidad. Y es que la raíz del hambre que existe en el mundo está en la falta de fraternidad. Sin la fraternidad es imposible erradicar la pobreza, construir una sociedad justa, edificar una paz sólida y duradera. Como dice el Papa Francisco: «Solo cuando el hombre se concibe a sí mismo, no como un mundo aparte, sino como alguien que, por naturaleza, está ligado a todos los demás, a los que originariamente siente como “hermanos”, es posible una praxis social solidaria orientada al bien común» (Mensaje para la XXVII Jornada Mundial del Enfermo).

 

Hemos de ser conscientes de que vivimos en un mundo de grandes contrastes que son consecuencia de esta carencia de hermandad. Por una parte, el mundo en el que nosotros vivimos, que está caracterizado por la sociedad del derroche y del consumo; una prueba de ello es que se estima que los españoles tiramos a la basura unos 3,6 millones de kilos de comida diariamente. Por otra, frente a esta escandalosa realidad, la gran mayoría de los habitantes de nuestro mundo carece de lo necesario para vivir. Según la FAO, el 11% de la población pasa hambre, lo que significa más de 820 millones de personas. Los informes nos dicen que el número ha crecido con respecto a otros años anteriores, debido fundamentalmente a los conflictos armados y al cambio climático que estamos propiciando con nuestros modos de vida. No podemos olvidar que estas causas están en la raíz del sufrimiento de muchos de los emigrantes y refugiados que siguen llegando a nuestras ciudades.

 

Pero lo más importante es que detrás de estas cifras siempre se esconden rostros concretos, rostros de hermanos y hermanas nuestros. Rostros e historias en los que se esconde Dios mismo. A nuestros oídos llega la identificación de Jesús: «porque tuve hambre y me disteis –o no me distéis– de comer» (Mt 25, 42). Por eso, ante este grave drama no «nos podemos quedar tranquilos por haber hecho frente a las emergencias y a las situaciones desesperadas de los menesterosos. Todos estamos llamados a ir más allá. Podemos y debemos hacerlo mejor» (Papa Francisco, en la Jornada Mundial de la alimentación).

 

En esta empresa, Manos Unidas comienza ahora un nuevo período de tres años en el que se propone ayudarnos a tomar conciencia de la igualdad y la dignidad de todas las personas, promoviendo el cumplimiento de los derechos humanos en todo el mundo. Porque, aunque la Declaración de los Derechos Humanos tuvo lugar hace ya 70 años, es necesario seguir trabajando para promover estos derechos con hechos, y no solo con palabras. Sin lugar a dudas, dentro del listado de los derechos básicos, se sitúa el derecho a la alimentación que va muy unido al derecho al desarrollo y a la distribución equitativa de los frutos de la tierra.

 

En esta tarea, tal y como expresa el cartel de este año, el empeño de Manos Unidas quiere dar a las mujeres un lugar destacado. Siendo agentes imprescindibles en el desarrollo humano de las personas más vulnerables y desfavorecidas, las mujeres se constituyen, sin embargo, en los rostros más atropellados en su dignidad. Su vida discurre dentro de unas condiciones que bien pueden considerarse como una violación generalizada de sus derechos porque, como bien dice la Campaña de este año: «un tercio de las mujeres del siglo XXI no son como te las imaginas: ni independientes, ni seguras, ni con voz».

 

Agradezcamos hoy muy sinceramente la tarea de esta Organización Católica. Aportemos también nuestros esfuerzos, compromisos, recursos económicos… Ojalá que, como expresa el logo de Manos Unidas, siga habiendo muchas manos que se unan a otras para crear fraternidad y para remediar en nuestro mundo «el hambre de pan, el hambre de cultura y el hambre de Dios», esas tres hambres que aquejan a la humanidad.

La Operación Bocata de Manos Unidas cumple 20 años

por redaccion,

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Manos Unidas está de celebración: en este 2019, la organización cumple su 60 aniversario, pero también cumple cifras redondas una de las actividades solidarias más populares, la Operación Bocata, que alcanza ya su vigésima edición. Este año, la organización espera superar los participantes de 2018 (unos 11.000) y llegar a reunir los 35.000 euros necesarios para apoyar un proyecto de Acceso a la Formación Profesional en Togo.

 

Será el próximo viernes, 15 de febrero, cuando el alumnado de numerosos centros educativos de Burgos y provincia se sume a este gesto por tantos seres humanos que sufren hambre, tomando con los amigos o con los compañeros de clase en sus propios colegios o institutos su bocadillo solidario y un botellín de agua, con un donativo orientativo de 3 euros. Los bocatas y la bebida se preparan en las instalaciones del colegio Círculo Católico y desde allí se reparten por todos los centros participantes de Infantil, Secundaria, Formación Profesional y Bachillerato. La actividad involucra cada año a cerca de un centenar de voluntarios que se encargan de la logística.

 

En esta ocasión, el acto institucional se celebrará ese mismo día, a las 12:30 h., en el IES Diego Marín Aguilera, con la participación de los representantes públicos.