Los certámenes arciprestales de villancicos dan la bienvenida a la Navidad

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Son todo un clásico por estas fechas. Desde que se pusieran en marcha en la zona de Amaya hace ahora 36 años, los certámenes de villancicos se han convertido en un acto tradicional que sirve para reunir a feligreses de diferentes comarcas y arciprestazgos que cantan a la Navidad y se felicitan las fiestas, muchas veces compartiendo un chocolate caliente aderezado con amistad.

 

Durante el pasado fin de semana han sido varios los arciprestazgos que han saludado a la Navidad con estos populares encuentros. En Burgos ciudad, los coros del arciprestazgo de Burgos-Vega se reunieron el viernes en la parroquia de San José Obrero. Allí, los cantores de las parroquias de San Antonio Abad, San Cosme y San Damián, San Josemaría Escrivá, San Pedro y San Felices, San José Obrero, y con la participación de miembros de la parroquia ortodoxa rumana, deleitaron a los presentes con el canto de varios cantos natalicios.

 

Por otro lado, la localidad de Moneo acogió en la tarde del domingo uno de los dos certámenes organizados por el arciprestazgo de Merindades (el próximo tendrá lugar el día 28 de diciembre en Torme). Por la iglesia de San Saturnino desfilaron feligreses de las parroquias de Berberana, Miñón, Quincoces de Yuso, Villalba, Trespaderne, Nofuentes, Medina de Pomar, Moneo y Frías.

 

Por último, la iglesia de Arlanzón fue escenario, también el domingo, del certamen de villancicos del arciprestazgo de San Juan de Ortega, con la participación de los coros parroquiales de Villasur de Herreros, Ibeas de Juarros, Hontoria de la Cantera, Cardeñadijo y Arlanzón. Este arciprestazgo mantendrá sus próximos encuentros de villancicos en la iglesia parroquial de Tardajos el sábado 28 a las 18:00 horas y, otro más, en la parroquia del Hermano San Rafael de Burgos el domingo 29 de diciembre a las 17:30 horas.

El arzobispo felicita la Navidad a los profesiones de la comunicación

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El arzobispo de Burgos, don Fidel Herráez Vegas, ha mantenido esta mañana un encuentro informal con la prensa local para felicitar la Navidad a los profesionales, sus familias y a toda la sociedad burgalesa. El arzobispo ha trasladado a los periodistas y directores de medios de comunicación su deseo de que estas fiestas, con sus celebraciones y regalos, «tengan su raíz y fundamento en Dios, que se hizo uno de nosotros y camina junto a nosotros y desea que nuestra sociedad sea mejor para todos».

 

En su alocución ante el belén instalado en la Casa de la Iglesia, el arzobispo ha repasado algunos de los hitos que ha dejado el año 2019 en la provincia burgalesa, señalando que, por lo que ha podido palpar en su día a día y del conjunto de sus visitas pastorales, «hay mucha gente buena en nuestra sociedad que no ocupan las portadas de los diarios» y cuyo trabajo es «digno de agradecer».

 

De cara al futuro, el pastor de la Iglesia en Burgos ha pedido a los periodistas contribuir al bien de la sociedad con una información puntual y objetiva. También ha manifestado su deseo de que, «en medio del clima de inestabilidad que hemos vivido en los últimos meses, todos los que estamos sirviendo en los distintos estamentos de la política o de las instituciones trabajemos por el bien común».

 

Asimismo, ha señalado que 2020 será un año intenso en el que dará comienzo el jubileo con motivo del VIII Centenario de la Catedral mientras la diócesis lleva a cabo un proceso asambleario. Una efemérides que aglutina a toda la sociedad burgalesa y en la que los medios de información «tendrán mucho que decir», «pues vendrán miles de personas a nuestra Catedral» y gracias a la cual «Burgos está siendo más y mejor conocida en todo el mundo». Preguntado por la posible presencia del papa Francisco en la celebración jubilar, el arzobispo ha señalado que, aunque parece que las cosas han cambiado últimamente, lo cierto es que «no sería prudente afirmar ni desmentir su venida». Una visita que de llevarse a cabo, «nos alegraría enormemente», tal como ha revelado.

«La auténtica acogida a los inmigrantes es la que nace del corazón de las personas»

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GALO (1)

 

Fue en 2001 cuando Galo Humberto Cabezas decidió venir a España para mejorar su calidad de vida, y tras permanecer un mes en Madrid, llegó a Burgos, donde reside la hermana de su esposa. Sus primeros meses fueron muy duros, con precariedad absoluta. Actualmente cuenta con empleo estable como soldador y también es profesor de patinaje en línea. Vive con su mujer y sus dos hijos, el último nacido en Burgos. Pertenece a la parroquia de San Pablo y asiste a las reuniones para la formación de un grupo de pastoral con inmigrantes en la Real y Antigua de Gamonal.

 

Galo Humberto ha vivido una experiencia de acogida muy dura en su inicio, «pero muy provechosa después, porque Dios nunca abandona y en las situaciones difíciles me ha rescatado y me ha ayudado tanto a mi como a mi familia». No siempre fue católico, ya que el mismo relata que nació en la religión evangélica y estuvo en ella hasta los 11 años, cuando decidió salirse porque no le gustaban algunos comportamientos de un tío suyo que era pastor en esta religión. «Estuve sin ninguna práctica religiosa hasta los 15 años cuando tomé contacto con la religión católica a través de mi novia, que ahora es mi mujer, con la que asistía a algunas ceremonias, como misas, bendiciones de casas, etc…y la fe católica creció en mi». Con esta fe se vino a España, con la idea de que llegar a este país era encontrar «el cielo y las estrellas», pero cuando llegó la realidad es que «las estrellas están en el suelo»: «Marchar de tu país es muy duro, dejar atrás a familia y amigos es doloroso, y cuando llegas a otro país, percibes que no es un paraíso dorado, yo lo pasé muy mal»

 

 Llamada a Dios

 

En España, Galo Humberto se encontraba sin trabajo y sin dinero, y entonces decidió acudir a la parroquia de San Lorenzo.: «Fue por casualidad, porque siempre me han gustado las iglesias grandes y además me lo aconsejó una persona, y porque Dios lo quiso así». Allí le atendió el padre Gregorio, que le ayudó económicamente para que pudieran comer dignamente cada día, «porque a mi no me daba el dinero que tenía para comer y pagar el alquiler, en una casa con cuatro habitaciones, en la que vivíamos 22 personas. El padre Gregorio fue el primero en acogerme y le estoy muy agradecido, pero no era una solución a largo plazo, porque no había venido a España para vivir de la caridad, yo quería trabajar y ganarme mi sueldo».

 

También acudió a instituciones como Cáritas y Burgos Acoge, pero a través de ellos no pudo obtener ningún trabajo. El tiempo pasaba y se desesperaba cada vez más… «Y entonces hice una llamada a Dios y la Virgen era una oración desesperada de ayuda, porque necesitaba trabajar y tener algún ingreso. Había puesto algunos anuncios en los que ofrecía mi trabajo como mecánico o carpintero, aunque mi especialidad es soldador, porque soy maestro industrial, y la petición fue atendida. El mismo día recibí la llamada por uno de los anuncios de carpintero que había puesto. Era una señora que se llama María a la que nunca podré olvidar ni agradecer lo que hizo por mi y por mi familia. Ella necesitaba unos armarios y me los encargó a mi. Al verme enseguida supo que era una persona necesitada y me adelantó el dinero, me entregó 30.000 pesetas, que entonces salvaron mi situación, yo le di un abrazo llorando porque no me lo podía creer. Ella me dijo, que tenía varios anuncios a los que llamar para encargar los armarios, pero que también pidió a la Virgen que fuera a una persona necesitada, y así fue».

 

Acogida con el corazón

 

A través de María, Galo Humberto pudo conocer a más gente que se prestaron a ayudarle, y no deja de mostrarse agradecido: «Gracias a ellos, que también son católicos, ahora trabajo en lo que más me gusta como soldador, además con un empleo estable que me permite vivir dignamente con mi familia. Ha sido lo mejor que ha pasado en mi vida».  Resumiendo su experincia como inmigrante de acogida, Galo Humberto reconoce una parte dolorosa y otra feliz, y explica que «si a Dios le pedimos, creo que nunca nos abandona, hay que pedir más veces a Dios y a la Virgen las cosas que necesitamos». También señala que es importante comprender que la acogida a extranjeros no se soluciona en las instituciones, «sino que se encuentra en el corazón de las personas del país o la ciudad a dónde llegamos». «Yo he encontrado en Burgos personas con un gran corazón y amor al prójimo, como nos pide Jesús, personas que me han acogido, que sin conocerme ni buscar nada a cambio, me han ayudado. A mi me gustaría también ayudar a otros, porque creo que es lo que Dios me pide en estos momentos. Deseo colaborar con Cáritas o con alguna parroquia, para aportar mi experiencia en la acogida y ayuda a los inmigrantes, porque yo lo he vivido en primera persona».

 

«Huerta Molinillo»: Lograr una tierra mejor cultivando evangelio

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Mucho antes de que Greta Thunberg se convirtiera en un icono mundial y mediático contra el cambio climático e incluso antes de que el papa Francisco alertara de la necesidad de lograr una «ecología integral» en el planeta –la «casa común», como él la llama–, nacía «Huerta Molinillo», un proyecto de soberanía alimentaria que busca el respeto del medio ambiente (sus productos son 100% ecológicos) y una relación directa y cercana entre el agricultor y el consumidor. La iniciativa tomaba el nombre de la calle de Burgos donde nació el proyecto que, siete años después de su puesta en marcha, ha crecido hasta el punto de gestionar algo más de una hectárea de terreno en Rabé de las Calzadas, adquirida recientemente mediante una campaña de crowdfunding.

 

Y es que la solidaridad ha sido siempre la base de «Huerta Molinillo». Sus 190 socios pagan una cuota anual haciendo sostenible económicamente la viabilidad de proyecto y asegurándose la entrega durante 50 semanas al año de una cesta de verduras de temporada de unos seis kilos de peso. Los socios reciben a lo largo del año, además, otras cinco cestas de madera con productos menos perecederos, como calabazas o patatas.

 

Detrás de esta curiosa propuesta están Isabel Díez Espina y Rafael Martínez Amor, dos cristianos comprometidos pertenecientes a la asociación Promoción Solidaria y que entienden que su vocación como laicos debe responder a las graves problemáticas del ser humano desde el evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia. Ambos estaban en paro cuando nació la iniciativa y pusieron en marcha «Huerta Molinillo» con una clara intención: «Queríamos que nuestra nueva salida profesional fuera transformadora y que propusiera al mundo nuevas formas de hacer economía», asegura Rafael, ingeniero técnico agrícola de formación.

 

Según argumenta, el actual sistema agroalimentario a nivel global hace que mucha gente pase hambre en el mundo mientras unas pocas multinacionales se benefician en una clara «perversión de la economía», como la definía Juan Pablo II. No en vano, un tercio de los productos de la tierra y los peces recogidos de mares y ríos acaban cada año en la basura por un sistema de comercialización que empuja a comprar por encima de nuestras necesidades.

 

Para Martínez, consumir es más que un acto económico, es un «acto moral» pues «eligiendo qué compramos, dónde compramos y a quién compramos estamos eligiendo muchas veces favorecer un sistema en el que muchos países del mundo están explotando a hermanos nuestros y no les están dejando disfrutar de sus recursos naturales».

 

Por ello defienden que para que un producto sea ecológico no solo tienen que cumplir con una serie de requisitos «verdes», sino también lograr que el compromiso sea global: «Muchas veces es más barato comprar un kiwi de Nueva Zelanda o unas alubias de Marruecos porque no se respetan los derechos de sus trabajadores o porque allí se usan fitosanitarios que aquí están prohibidos porque no son respetuosos con el medio ambiente».

 

Por ello, en Huerta Molinillo apuestan por «una ecología integral». Para ello procuran «mejorar la calidad del suelo, haciendo compost para dejar una mejor tierra a nuestros hijos, utilizar cuerda natural en vez de bridas y usar plásticos que sean biodegradables». Junto a ello, se afanan en conquistar unas condiciones laborales dignas para sus trabajadores, entre los que se encuentra Dominique, un burkinés que llegó a nuestro país en patera, o Lamine, un agricultor de Guinea Conakry: «Queremos compatibilizar trabajo y familia, nuestra vida laboral con otras facetas, como la dimensión comunitaria con nuestros hermanos de Promoción Solidaria, la formación o, por qué no, cuidar nuestra vida espiritual», argumenta Rafael mientras detalla que desean convertirse en cooperativa, pues, dice «queremos que sea un proyecto de todos».

 

Además, Martínez señala también la relación directa que mantienen con sus «clientes», con los que existe siempre un trato cercano: «Para nosotros es importante conocer sus nombres, sus problemas, compartir alguna receta… También hacemos un día de convivencia, reconocemos el trabajo de otros campesinos… creamos sociedad», en definitiva.

 

Todo, para lograr unas verduras que, además de ser ecológicas y cultivadas con mimo, tienen sabor a evangelio: «Somos cristianos. No metemos el Nuevo Testamento dentro de las cestas», bromea, «pero esto también nos sirve como lugar para la evangelización, pues con el modo de hacer las cosas y de relacionarnos ya estamos anunciando al mundo cómo entendemos ser cristianos».

Vivir la Navidad desde la contemplación del belén

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belén, pesebre

 

Escucha aquí el mensaje

 

Un año más vamos a celebrar la gran fiesta de la Navidad, en la que proclamamos con alegría que Dios sigue viniendo a nuestras vidas, para estar presente en nuestro mundo y en nuestra historia. Este año quisiera invitaros a vivir la Navidad contemplando con fe el hermoso y popular signo del belén, que por estas fechas se pone en casi todos nuestros hogares y en otros muchos lugares de nuestro entorno navideño. Y lo voy a realizar siguiendo y compartiendo con vosotros la Carta Apostólica que nuestro Papa Francisco nos ofrecía a comienzos de este mes de diciembre, «Sobre el significado y el valor del belén».

 

Dice el Papa que el hermoso signo del belén, «tan estimado por el pueblo cristiano, causa siempre asombro y admiración», pues se trata, en cierto modo, de «un Evangelio vivo»; y su contemplación «nos invita a ponernos espiritualmente en camino, atraídos por la humildad de Aquel que se ha hecho hombre para encontrar a cada hombre. Así descubrimos que Él nos ama hasta el punto de unirse a nosotros, para que también nosotros podamos unirnos a Él». ¿Por qué la preparación y contemplación de los belenes, con la escena del Portal, nos alegra y conmueve tanto a los niños como a los mayores? Porque nos ayuda a revivir la historia que ocurrió en Belén; y fundamentalmente porque nos hace comprender una vez más el amor y la ternura de Dios. «En Jesús, el Padre nos ha dado un hermano que viene a buscarnos cuando estamos desorientados y perdemos el rumbo; un amigo fiel que está siempre cerca de nosotros».

 

Si observamos los diversos signos que aparecen en el belén, podemos ir entrando, de modo sencillo y profundo a la vez, en la vivencia de la Navidad. Sobre el belén suele aparecer el cielo estrellado en la oscuridad y en el silencio de la noche. Así se refiere en los relatos evangélicos, pero ello también nos lleva a pensar en cuántas ocasiones y por motivos diversos la noche envuelve nuestras vidas. Pues en esas situaciones nunca deberíamos olvidar que «Dios no nos deja solos, sino que se hace presente para responder a las preguntas decisivas sobre el sentido de nuestra existencia… Para responder a estas preguntas, Dios se hizo hombre. Su cercanía trae luz donde hay oscuridad e ilumina a cuantos atraviesan las tinieblas del sufrimiento».

 

En los paisajes que forman parte del belén, suelen aparecer a veces las ruinas de casas y palacios antiguos. Se significa a la humanidad caída, a todo lo que está roto y corrompido. Pero ahí está Jesús que «es la novedad en medio de un mundo viejo al que ha venido a sanar y reconstruir, a devolver al mundo y a nuestra vida su esplendor original». Las montañas, los ríos y arroyos, las ovejas y pastores se suman al escenario belenístico; de este modo podemos comprender, como ya lo habían anunciado los profetas del Antiguo Testamento, que «toda la creación participa en la fiesta de la venida del Mesías». Los pastores responden a Dios, que viene a nuestro encuentro en Jesús Niño, poniéndose en camino hacia Él… También acostumbramos a poner figuras simbólicas, de gente del pueblo, humilde y sencilla, que se acerca hacia el Portal. Convendría que recordáramos que los pobres y los sencillos nos hablan de un Dios que se hace hombre «para aquellos que más sienten la necesidad de su cercanía y de su amor»… «Los ángeles y la estrella son la señal de que también nosotros estamos llamados a ponernos en camino para llegar a la gruta y adorar al Señor».

 

Y lo que nunca falta en el belén, y hacia donde nos orienta todo lo demás, es la contemplación del Misterio en el Portal. «La Vida se hizo visible» (1Jn 1,2); así resume el apóstol Juan el misterio de la encarnación. En el Portal vemos en María a una madre que contempla a su Hijo y lo muestra a cuantos llegan; sus palabras «he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38) son para todos nosotros el testimonio del abandono en la fe a la voluntad de Dios. San José, «llevaba en su corazón el gran misterio que envolvía a Jesús y a María, su esposa, y como hombre justo confió siempre en la voluntad de Dios y la puso en práctica». Y lo más importante, «Dios se presenta así, en un niño, para ser recibido en nuestros brazos. En la debilidad y en la fragilidad esconde su poder que todo lo crea y lo transforma… El modo de actuar de Dios casi aturde, porque parece imposible que Él renuncie a su gloria para hacerse como nosotros». Así pues, el pesebre, al mostrarnos a Dios tal como ha venido al mundo, nos invita a pensar en nuestra vida injertada en la misma Vida de Dios.

 

Por último, al llegar la fiesta de la Epifanía se colocan en el nacimiento los tres Reyes Magos. Ellos que vienen de lejos para conocer y adorar a Jesús, nos enseñan que estamos llamados a reflexionar sobre la responsabilidad que cada cristiano tiene de ser misionero, evangelizador. «Cada uno de nosotros se ha de hacer portador de la Buena Noticia, testimoniando con acciones concretas de misericordia la alegría de haber encontrado a Jesús».

 

Ojalá que, al contemplar este año con fe y con admiración el belén, en casa o en otro lugar, nos sintamos movidos a amar a los demás con el amor de Dios que percibimos y recibimos en el Portal. Yo os deseo de corazón a todos creyentes y no creyentes, hombres y mujeres de buena voluntad, especialmente a quienes más lo necesitéis, una muy ¡Feliz Navidad!