La empresa burgalesa Campofrío se suma al VIII Centenario de la Catedral de Burgos

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Como parte de su compromiso con la preservación del patrimonio histórico-cultural de Burgos, Campofrío ha firmado esta mañana con la Fundación VIII Centenario de la Catedral. Burgos 2021 un acuerdo de colaboración para participar en el desarrollo y difusión de las actividades de carácter cultural y social que se celebren en torno a los ocho siglos de la Seo, que se conmemoran en 2021.

 

La capilla de los Condestables del templo burgalés ha acogido el acto de la firma del convenio, en el que han participado don Fidel Herráez, arzobispo de la diócesis y presidente de la Fundación VIII Centenario de la Catedral. Burgos 2021; Paulo Soares, director general de Campofrío en el sur de Europa; y Javier Dueñas, director general de Campofrío Frescos y director de Relaciones Institucionales de Campofrío en Castilla y León. Asimismo, han asistido a la firma del acuerdo Antonio Miguel Méndez Pozo, vicepresidente de la Fundación VIII Centenario de la Catedral. Burgos 2021; Sonia Rodríguez, tercera teniente de alcalde de Burgos; Pablo González Cámara, deán de la Catedral; Roberto Saiz, delegado territorial de la Junta de Castilla y León; y César Rico, presidente de la Diputación Provincial.

 

Creada en Burgos en 1952, Campofrío es hoy la empresa líder de elaborados cárnicos siendo reconocida internacionalmente por la calidad y la innovación de sus productos. La compañía mantiene un fuerte compromiso con la ciudad de Burgos donde cuenta con dos de las fábricas más modernas del grupo: La Bureba, donde trabajan cerca de 800 personas en la elaboración de cárnicos elaborados, y Campofrío Frescos, un centro de producción dedicado a la carne fresca, que emplea a más de 1.400 trabajadores.

Se derrumba parte de la cubierta de la iglesia de Villanueva de los Montes

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La cubierta de la iglesia de Villanueva de los Montes se vino abajo la noche del pasado jueves.

 

La noche del jueves al viernes, parte del techo de la iglesia de San Román Mártir, en la localidad de Villanueva de los Montes, se derrumbó. Según detalla el párroco de la localidad, Bonifacio Cuesta, el inmueble presentaba mal estado, tal como él mismo pudo comprobar la víspera del día del derrumbe. «Ese día estuve con una familia que vive allí, conociéndolos, hablando con ellos y viendo las distintas necesidades del pueblo. Fue una tarde bonita porque son personas muy agradables, que quieren mucho al pueblo», detalla. Tanto, que ellos mismos y otros vecinos se han encargado de salvaguardar en otras instalaciones las distintas imágenes religiosas que se sacaron del templo hace más de tres décadas, cuando dejó de celebrarse culto en la iglesia. Los vasos sagrados se custodian en la parroquia de Oña para su salvaguarda, tal como detalla el propio Cuesta, también párroco de la villa oniense.

 

La caída de la cubierta de la iglesia es un reflejo de la «España Vaciada» donde, a pesar de no celebrarse culto, los sacerdotes se afanan por seguir acompañando a las personas que aún habitan en estos pueblos. En muchas ocasiones, también se han llevado a cabo intervenciones de mantenimiento, como las realizadas en los últimos años en esta zona de la Bureba, tal como detalla el propio Cuesta. «Somos una unidad pastoral grande y muchos sacerdotes mayores siguen echando una mano y ayudando a los que lo necesiten».

 

Además, subraya que los sacerdotes que han pastoreado los pueblos que él atiende desde el pasado mes de septiembre se han afanado por consolidar algunos inmuebles que requerían intervención. Destaca cómo en Aldea del Portillo, los vecinos y la propia parroquia se esforzaron en rehabilitar su iglesia (la aportación de la última sumó 2.000 euros). En Penches se reparó recientemente el pórtico de la iglesia con una inversión por parte de la parroquia de 3.000 euros, a las que habría que sumar aportación municipal.

 

También subraya cómo en Zangandez, por ejemplo, ha sido el esfuerzo y trabajo directo de los propios vecinos los que salvaron el templo parroquial, sin olvidar otras intervenciones en pueblos de la zona, como La Molina del Portillo, Cubilla, Cereceda o Castellanos de Bureba. En todos los municipios, destaca el párroco, es la gente la que «ayuda mucho manteniendo sus iglesias en buenas condiciones, aportando su dinero y esfuerzos». Además, subraya cómo en algunos casos han sido los mismos sacerdotes los que han puesto dinero de su propio bolsillo para arreglar desperfectos y cómo las parroquias y el propio Arzobispado están aportando dinero y ayuda a las comunidades parroquiales de numerosos pequeños pueblos.

Burgaleses «sin miedo a patear las calles y tocar las heridas de la gente»

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Foto de familia de los congresistas burgaleses junto al arzobispo.

 

Dieciséis laicos de la diócesis, acompañados por el vicario de pastoral, José Luis Lastra, participaron durante los días 14 a 16 de febrero en el Congreso de Laicos «Pueblo de Dios en salida» desarrollado en Madrid organizado por la Conferencia Episcopal con el objetivo de revitalizar el laicado del país, consciente de la responsabilidad que tiene de llevar a todos los lugares donde está el mensaje del evangelio. A lo largo de tres días, la expedición burgalesa participó en los actos organizados, desde ponencias a vigilias de oración o conciertos, siguiendo los distintos itinerarios propuestos: primer anuncio, acompañamiento, procesos formativos y presencia pública.

 

El papa Francisco animó a través de una misiva a los congresistas a participar con ilusión en el evento –que han preparado desde hace más de un año– y de ser capaces «de patear las calles, de entrar en cada rincón de la sociedad, de llegar hasta los límites de la sociedad, de tocar las heridas de la gente» para ser la Iglesia «en salida» que tanto solicita.

 

Para la delegada diocesana de Apostolado Seglar, Lucía Ferreras, el congreso ha ayudado a reflexionar «sobre las actitudes a convertir, los procesos a activar y los proyectos a realizar» de cara a conseguir un laicado más corresponsable y participativo en la vida y misión de la Iglesia. El congreso ha servido como punto de arranque para llevar a cabo de ahora en adelante en la diócesis las propuestas desarrolladas.

El Archivo Diocesano: Historia al servicio de la sociedad

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Día tras día, numerosas personas tienen una cita para entrar en el Archivo Diocesano de Burgos. Allí esperan encontrar pistas, datos, nombres y apellidos de sus antepasados para así poder completar el árbol genealógico o para realizar algún trabajo concreto que precise referencias históricas que solo aquí pueden encontrarse. Desde que comenzó la andadura del nuevo Archivo hace seis años, no ha cesado el trabajo de este departamento –considerado uno de los tres mejores de Castilla y León– de cara al público.

 

Al frente de este lugar están los archiveros Matías Vicario Santamaría y José Luis Esteban Vallejo, quienes aportan algunos datos sobre las actividades que aquí se realizan. Para empezar, hay dos fondos: por una parte está la sección que surge a partir de la actividad pastoral de la diócesis, dirigida y presidida por el arzobispo. Hay bulas de Papas, documentos de los obispos de la Conferencia Episcopal, patrimonio cultural, documentos sobre órdenes religiosas, etc. Uno de los documentos que se pueden encontrar en esta sección es un privilegio rodado de 1315 de Alfonso XI, en el que concede privilegios al hospital del Emperador.

 

Después está la sección de fondos parroquiales, que es una de las mejores y más completas de España: «En estos momentos se hallan recogidos en esta sección 1.145 archivos parroquiales de hasta hace 100 años, y faltan por recoger 18». A su vez, estos están compuestos por 60.000 volúmenes, en los que se hallan partidas de bautismos, confirmaciones, matrimonios, defunciones, cofradías, testamentos, etc. El documento más antiguo que se conserva en esta sección es el acta fundacional del monasterio de San Salvador de Oña de 1011, mientras que la partida de bautismo más antigua data de 1494 y proviene de la parroquia de Nofuentes.

 

Pero en los libros que aguardan en las estanterías del archivo no solo se pueden encontrar datos y fechas, sino que dan testimonio de miles de curiosidades y anécdotas. En ellos, se reflejan en numerosas ocasiones las costumbres de cada época, el mazazo que podía causar una epidemia en un pueblo y el gran número de bajas que dejaban detrás de sí, las relaciones entre vecinos o con el párroco de cada localidad, pero sobre todo, se manifiesta la fe de nuestros antepasados y el paso de Dios por la Historia. Todo ello queda recogido en los documentos, aportando una riqueza histórica que no tiene precio.

 

Instalaciones modernas

 

Y hablando de historia, el propio Archivo también tiene la suya, que se remonta a 1068, fecha en la que se instituyó la diócesis de Burgos y comenzó el trabajo de almacenamiento de toda la documentación que se generaba. A lo largo de los siglos, ha pasado por alguna que otra incidencia, como por ejemplo el incendio que sufrió en 1812 durante la estancia de las tropas francesas y que provocó la pérdida insalvable de un gran volumen de documentos. También hay que señalar que ha pasado por diferentes emplazamientos, ya que ha estado ubicado en la Catedral, en el antiguo Palacio Arzobispal (donde estuvo hasta 1982) y en la Casa Episcopal, donde permaneció hasta 2014. Es en esta fecha cuando se termina la construcción y acondicionamiento del Archivo tal y como lo conocemos hoy, ubicado en un extremo del edificio que acoge a la Facultad de Teología.

 

En esta sede, inaugurada en 2014, unas modernas instalaciones protegen los legajos y demás papeles contra incendios, inundaciones, robos; y cuenta además con la regulación de temperatura y humedad para que éstas no afecten a los documentos aquí custodiados.

 

Numerosos servicios

 

El Archivo no solo atiende a los usuarios que allí se presentan. También están los investigadores que envían sus peticiones y que llegan a diario por correspondencia postal o por correo electrónico y en la que se solicita consultas, información, encargos de partidas, búsqueda y envío de las mismas, etc. También son numerosas las llamadas telefónicas en este sentido cada día o pidiendo información. En cuanto a las cartas recibidas, proceden especialmente de Cuba y otros países iberoamericanos que solicitan documentación de sus antepasados para poder obtener la nacionalidad española.

 

Por otra parte, hay un servicio de reproducción de documentos y, gracias al voluntariado, hay un servicio de búsquedas de partidas sacramentales para hacer genealogías. «Un servicio que se hace en pocos archivos diocesanos de España, si es que hay alguno donde se dé», matiza Esteban Vallejo. Entre los servicios que se ofrecen, también está la posibilidad de una visita guiada en grupos, donde pueden ver las instalaciones y conocer la naturaleza, historia, contenidos y funcionamiento del Archivo. También pueden darse algunas visitas a particulares. Estas visitas pueden acceder a la Sala de Exposiciones que guarda diversos objetos y curiosidades que se han obtenido en diversos puntos de la diócesis.

 

Además, los servicios al público seguirán aumentando en los próximos meses. Está muy avanzado el proceso de digitalización de toda la documentación de la sección de los archivos parroquiales, y se está estudiando el sistema de poner a disposición de estudiosos e investigadores esta rica documentación una vez que el proceso de digitalización haya concluido. También se siguen catalogando nuevos fondos de la sección del Archivo diocesano y de la sección de fondos parroquiales para ampliar el campo de la investigación. Por otra parte, el Archivo dispone de una pequeña biblioteca auxiliar que se está ampliando con las publicaciones propias del Archivo y de otros autores que depositan sus trabajos realizados sobre la documentación del mismo, fruto de sus investigaciones.

 

Servicio y deber

 

El Archivo atendió al año pasado a 2.386 los usuarios o investigadores, y de todos ellos, 58 han obtenido el carnet de investigadores. Solo el año pasado se llegaron a realizar 5.966 pedidos o consultas, especialmente de la sección de archivos parroquiales. Tal y como cuenta José Luis Esteban Vallejo, «cada uno de los usuarios o investigadores, cuando llega por primera vez al Archivo, es acogido, se le saluda, se le informa en una entrevista personal sobre deseos, decálogo de normas de funcionamiento, impresos a cumplimentar y se le enseña cómo se hacen los pedidos». A cada usuario se le da la posibilidad de poder acceder a cinco consultas diarias y son doce las plazas que se ponen a su disposición. La mayor parte de estos usuarios proceden de Burgos, pero también son frecuentes de otras provincias de España e, incluso, de otros países como Francia, Estados Unidos o países hispanoamericanos. Todos ellos se encontrarán con un servicio que considera que todo el mundo tiene derecho acceder a la Historia, y asume el deber de pasar a las siguientes generaciones el testimonio de los antepasados.

Acompañar en la soledad: El día del enfermo

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soledad enfermo

 

Escucha aquí el mensaje

 

Hemos celebrado recientemente, el pasado día 11, la Jornada Mundial del Enfermo, con el lema elegido para este año Acompañar en la soledad. Hace unas semanas, al presentar el Documento Sembradores de esperanza, os hablaba de la necesidad de acompañar la fragilidad de las personas en momentos de especial gravedad en su vida. Hoy, con ocasión de la Campaña del Enfermo, quiero continuar esta reflexión, de un modo más amplio y concreto a la vez, sobre la importancia y la necesidad de acompañar al enfermo en su soledad.

 

La Campaña del Enfermo tiene en nuestro país dos momentos: El 11 de febrero, festividad de Nuestra Señora de Lourdes, en el que se celebra el Día del Enfermo a nivel mundial; y la Pascua del Enfermo, que se celebra el 17 de mayo, con diversos actos en las parroquias para promover la sensibilización y el compromiso ante esta realidad.

 

El Mensaje del Papa para la Jornada Mundial del Enfermo se centra en las palabras de Jesús que nos recuerda el evangelista san Mateo: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré» (Mt 11,28). Palabras que «expresan la solidaridad del Hijo del hombre, Jesucristo, ante una humanidad sufriente y afligida». Con este tema como marco, la Jornada en España nos invita a poner la mirada en quienes están cansados y agobiados por la enfermedad para llevarles el alivio de Cristo; y se pone el foco en una de las causas de ese cansancio que debe ser aliviada: la soledad, que tantas veces envuelve al enfermo aumentando su sufrimiento.

 

El Papa Francisco ha dicho que nuestro mundo está enfermo de soledad, y que la soledad es una de las principales causas de exclusión social. Los datos confirman que se trata de una verdadera epidemia a nivel general: en nuestro mundo occidental una de cada tres personas confiesan sentirse solas, y el número no deja de crecer; en nuestro país hay 4,7 millones de hogares unipersonales; dos millones de personas mayores de 65 años viven solas (de las cuales 850.000 con más de 80 años). A todos nos han impresionado las noticias de personas que mueren en soledad, abandonadas, cuya ausencia sólo es percibida con posterioridad. A ello hay que añadir a quienes se encuentran solos ingresados en hospitales, o familias que tengan algún miembro con problemas de movilidad.

 

Hay ciertamente una soledad sana, incluso necesaria, para la reflexión, para la oración; es una soledad que debe ser buscada y defendida en nuestra sociedad dominada por el ruido, por el exceso de información. Pero la soledad es negativa cuando se produce como consecuencia del olvido, del abandono, de la carencia de relaciones. A esa experiencia están especialmente expuestos los enfermos, cuando quedan clausurados en su dolor, en su impotencia, en su fragilidad. Ante esas personas los seguidores de Jesús debemos recordar que él se identificó con el preso, con el desnudo, con el enfermo, es decir, con los olvidados y abandonados. Tras sus huellas estamos llamados a ofrecer nuestra compañía y nuestra visita a los enfermos como expresión del don de nuestro tiempo, que es don de nosotros mismos. ¿Quién no tiene cerca un familiar, un amigo, un conocido o un desconocido a quien poder acompañar? «Estuve enfermo y me visitasteis», dice el Señor (Mt 25, 35).

 

Por eso la sociedad debe agradecer al personal sanitario la función que realizan en favor de todos; al estar junto a los enfermos son un signo de acompañamiento y servicio a las personas en su vida y en su dignidad, especialmente cuando viven su profesión. Y, en nombre de nuestra Iglesia diocesana, yo también debo manifestar nuestra gratitud a todos los que están comprometidos en la pastoral de la salud. Ellos aportan, de modo silencioso y callado, el alivio y el consuelo que el Señor ha prometido a quienes lo necesitan. De manera especial debo mencionar en esta fecha a la Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes, cuya entrega y generosidad conozco muy de cerca y valoro de verdad.

 

Que la Virgen María, Salud de los enfermos y Madre de todo consuelo, siga suscitando en sus hijos generosidad, ternura y cercanía para los enfermos; y que a ellos les conceda confianza, fuerza, y esperanza en la enfermedad.