El arzobispo realiza la visita canónica a Poza de la Sal

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El pasado sábado, 12 de septiembre, el arzobispo de la diócesis, don Fidel Herráez Vegas, se desplazó hasta el entorno de Poza de la Sal para proseguir allí la visita canónica a las parroquias de la provincia. Acompañado del párroco, Juan José Ruiz, el prelado comenzó su visita pastoral con la comunidad de Clarisas de Castil de Lences.

 

De ahí se desplazó hasta Poza de la Sal, donde recorrió algunas de sus calles y el entorno de la Virgen de Pedrajas para sumergirse en la historia de la villa pozana y su tradición salina. Allí pudo reunirse y entrablar contacto con algunos de los feligreses de la parroquia y de otros pueblos cercanos.

 

La visita pastoral concluyó con la misa solemne en la parroquia de San Cosme y San Damián, predicando el octavo día de la novena a la Virgen de Pedrajas, acercando a los pozanos el cariño de la Madre y sintiendo el amor que sus devotos le profesan. «Cercano y afable, como siempre, don Fidel nos animó en la fe y la implicación a la Iglesia», relata el párroco, quien agradece al arzobispo por el que, «dentro de las limitaciones por la pandemia, nos hemos sentido queridos y confortados».

La pandemia no impide que los arandinos celebren a su patrona, la Virgen de las Viñas

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La crisis sanitaria provocada por el coronavirus pintó ayer una inusual estampa en la ermita de la Virgen de las Viñas, más vacía que nunca en el día de su fiesta, con la presencia de apenas un centenar de personas invitadas a una eucaristía presidida por el arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, y concelebrada únicamente por el párroco de Santa María, Miguel Ángel Diez, y el arcipreste de Santo Domingo de Guzmán, Antonio Moral. Entre los presentes, miembros de la cofradía de la Virgen de las Viñas, la alcaldesa arandina y los ediles de Sinovas y La Aguilera, medios de comunicación y la soprano Mónica Moreal y el organista Juan Carlos Andrés Brogeras, encargados de la parte musical de la celebración. 

 

Aunque este año la pandemia ha impedido que Aranda de Duero viva sus fiestas con la alegría de otros años, su patrona no ha dejado de recibir los halagos de decenas de personas que se han acercado hasta su ermita los días previos a su fiesta y han participado de la tradicional novena, este año desarrollada en la iglesia de Santa María para facilitar un aforo mayor de fieles. Además, los medios de comunicación fueron los encargados de hacer llegar ayer a los arandinos la retransmisión de la eucaristía presidida por el arzobispo (a través de Tele Aranda y Cadena Ser – Radio Aranda).

 

Este ha sido el segundo año consecutivo en que la Virgen ha permanecido dentro de la ermita tras la celebración de la misa, sin poderse llevar a cabo la habitual procesión por la explanada del templo. El año pasado lo impidió la lluvia y este la pandemia, a la espera de que al año que viene los arandinos puedan rendir homenaje, con la solemnidad de otros años, a su Virgen de las Viñas.

Con mascarilla y guardando distancias: Miranda se rinde a su patrona, la Virgen de Altamira

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El pasado sábado, 12 de septiembre, en Miranda de Ebro se vivió una fiesta de la Virgen de Altamira muy especial. Debido a la pandemia sanitaria, y con las oportunas medidas de precaución, se celebraron varias misas para facilitar la participación de los fieles, por las limitaciones de aforo en los templos. Una de dichas eucaristías, la de las once de la mañana, contó con la presencia del vicario de pastoral de la diócesis, José Luis Lastra. También hubo una nutrida representación institucional.

 

En su homilía, el vicario animó a los fieles a descubrir en Cristo la luz que ilumina las tinieblas de nuestro presente y a aprovechar la dificultad para crecer. Hizo referencia también a la Asamblea diocesana en la que actualmente estamos plenamente inmersos.

 

Al final de la celebración se dio lectura, como viene siendo tradición, a los poemas ganadores del concurso de poesía en torno a la Virgen de Altamira. Los premios correspondientes habían sido entregados en la víspera, durante la reducida ofrenda floral que sustituyó a la magna cita que, anualmente, congrega a tantos mirandeses en la Plaza del Ayuntamiento en el día en que también tiene lugar la habitual «procesión de los faroles». Este año, el acto tuvo lugar en el interior del templo de Santa María, donde se rezó el rosario, se hizo entrega de los premios y se presentaron dos ramos de flores a la Virgen: uno por parte del Ayuntamiento de la ciudad (en representación de todos los mirandeses) y otro por parte de la Cofradía de Nuestra Señora de Altamira. El acto contó con la participación del Orfeón Mirandés, reducido a 16 componentes. Todos los actos pudieron seguirse puntualmente a través de las redes sociales de la parroquia de Santa María de Altamira.

 

Una manera distinta, pero con idéntico fervor, de celebrar la fiesta patronal de la ciudad del Ebro.

Mirando hacia adelante, fijos los ojos en Jesús

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mirando hacia adelante

 

Escucha aquí el mensaje

 

Alguien ha escrito, y me gustaba al leerlo uno de estos días, que «la fe es como el pájaro que canta cuando el amanecer está todavía oscuro». El amanecer siempre trae esperanza, pero si aún está oscuro ha de alentarnos con fuerza especial la fe. Pienso que el Señor nos regala este nuevo curso para crecer en la fe, permanecer en la esperanza y, en las actuales circunstancias, desvivirnos en la caridad.

 

En continuidad con lo que os decía el domingo pasado, al referirme al comienzo del curso pastoral, es el momento de mirar hacia adelante. Ha finalizado el Plan Pastoral Diocesano, Discípulos Misioneros, planificado para los años 2016-2020. Ahora el Espíritu nos sostiene para afrontar con confianza y responsabilidad el presente; y nos empuja hacia el futuro porque Él mismo nos está esperando y nos va marcando el camino. Así actuó en el primer Pentecostés con la Iglesia naciente, y así seguirá actuando entre nosotros haciéndonos experimentar el amor que supera todos los miedos.

 

Para ello nos ha de ayudar de modo especial la Asamblea Diocesana, que tiene como temas inmediatos la responsabilidad de cada uno de los bautizados en la vida y misión de la Iglesia, y la calidad de nuestro testimonio y de nuestro compromiso en favor del Reino de Dios en medio de la sociedad. En este sentido la Asamblea nos permitirá recoger las orientaciones del reciente Congreso Nacional de Laicos. Igualmente, el Año Jubilar en la conmemoración del VIII Centenario de la Catedral debe alimentar nuestra conciencia diocesana, profundizar nuestra vida espiritual y consolidar nuestra presencia en la vida social.

 

No podemos ignorar que la situación creada por la pandemia con su rápida difusión, alterando la vida ordinaria y trastocando tantos aspectos sociales, religiosos, civiles, sanitarios y económicos, ha provocado en muchos miembros de nuestra Iglesia desconcierto e inseguridad ante algo a lo que no estábamos acostumbrados. Ha roto nuestras rutinas, a veces ha puesto a prueba la fe y ha cuestionado nuestras seguridades; y por ello ha suscitado en todos la necesidad de discernimiento y de opciones claras y conscientes. Muchos habéis salido fortalecidos de la dificultad y habéis reafirmado vuestro compromiso cristiano. Pero algunos han experimentado un debilitamiento en su vínculo eclesial o sienten dificultad de reincorporarse a la comunidad y a la vida ordinaria de la Iglesia. A todos deseo deciros que la Iglesia sigue siendo vuestro hogar y que, gracias a la presencia del Espíritu del Señor Resucitado y a la colaboración y buena voluntad de todos, seguirá convirtiéndose en hogar fraterno y abierto, tanto para los que se encuentran cansados y agobiados como para los que sienten un nuevo entusiasmo y dinamismo evangelizador. Quizás lo necesitamos más que nunca.

 

Comprendo la dificultad que cada uno de vosotros debe afrontar ahora para restablecer las tareas más inmediatas y urgentes en la parroquia, en el movimiento, en la asociación, en el colegio, en la catequesis, en el voluntariado… Me siento cercano a vosotros, valoro mucho este esfuerzo suplementario y novedoso y pido al Señor que os comunique su fuerza y su gracia. Pero, a la vez, os animo y os convoco para que no perdáis la mirada diocesana, para que os sintáis implicados en la Asamblea, en el Año Jubilar y en la Propuesta Pastoral para estos tiempos especiales. No son realidades distintas que se yuxtaponen unas a otras: es el mismo sujeto, la Iglesia en Burgos, la que está en Asamblea, la que celebra el Jubileo, la que está llamada a curar, cuidar y compartir. Nunca será una solución pastoral adecuada y duradera la que se logra de modo individualista, en el propio ámbito, trabajando de modo aislado, desentendiéndose de lo que nos afecta al conjunto. La revitalización y la solidez de nuestra Iglesia diocesana sólo es posible gracias a la aportación de todos, lo cual a su vez contribuirá a la solidez de las iniciativas particulares.

 

Comencemos así el nuevo curso, en el nombre del Señor, a la escucha del Espíritu, mirando hacia adelante y «caminando alegres con Jesús», como dice el lema de nuestra Asamblea. Fijos los ojos en Él para aprender a vivir y a mirar los acontecimientos y las personas con su misma mirada; para poner en los miedos, valentía; en las incertidumbres, discernimiento; en las recaídas, responsabilidad; en los egoísmos, servicio; para llevar a los lugares sufrientes y desesperanzados, en este tiempo crítico, la verdadera esperanza.

 

Pidamos a María, Virgen de la mirada fija en el Señor y presurosa para servirle en los demás, que nos ayude a vivir así el curso pastoral que ahora estrenamos: con la firmeza de su fe, la fuerza de su esperanza y la profundidad de su amor.

Mascarilla y gel para recorrer el Camino de Santiago

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Medio centenar de adolescentes, de entre 12 y 17 años, procedentes de nueve parroquias y de la asociación Promoción Solidaria, ha participado del 10 al 12 de septiembre en la actividad que cada año, a comienzos de curso, organiza la delegación de Infancia y Juventud en torno al Camino de Santiago. Este año, y dadas las circunstancias provocadas por la pandemia del coronavirus, los jóvenes realizaron varias etapas de la ruta norte del Camino a su paso por Cantabria, en el tramo comprendido entre Güemes y Oruña, pernoctando en el albergue que los Jesuitas tienen en Pedreña y disfrutando de varias actividades formativas, celebrativas y de ocio, con playa incluida.

 

Guardando las cautelas y siguiendo protocolos específicos de la comunidad de Cantabria (como el uso continuado de la mascarilla y la planificación de actividades en grupos «burbuja»), los adolescentes disfrutaron un año más de los condicionantes del Camino y la experiencia de peregrinar. Como detalla el delegado de Infancia y Juventud de la diócesis, Óscar Moriana, «hemos querido seguir las huellas del apóstol Santiago, que también nos llevan a las huellas de Jesús». Con esta actividad se pretende así «animar y fortalecer el trabajo que se realiza en parroquias con adolescentes y jóvenes», a la vez que sirve para dar inicio al programa de acciones que llevará a cabo la delegación de Juventud en este año tan atípico.

 

La experiencia en torno al Camino de Santiago surgió hace cuatro años como una propuesta de algunas parroquias al inicio del curso pastoral. La delegación de Juventud asumió la actividad como propia facilitando de este modo la participación de mayor número de adolescentes de toda la diócesis. Ahora ya tienen las vistas puestas en el verano de 2021, cuando Santiago de Compostela acoja una Peregrinación Europea de Jóvenes en torno a la tumba del apóstol, con la participación de cristianos de todo el continente.