El pasado 6 de mayo se celebró el encuentro de militantes de Acción Católica General (ACG) de Burgos en la parroquia de San Juan Evangelista. Un día completo de trabajo, donde compartir y celebrar con alegría partiendo de la experiencia vivida este curso.
Alrededor de 35 militantes pertenecientes a once de los trece grupos que forman la Acción Católica General de la archidiócesis de Burgos se dieron cita en esta jornada. Tras un primer momento de oración, comenzó el trabajo de la mañana, dinamizado por Marian Mantecón, presidenta diocesana, que se encargó de presentar brevemente la Acción Católica General y la situación del movimiento que sigue creciendo y se hizo patente en esta jornada con la incorporación de de nuevos grupos al encuentro. Después llegó el momento de compartir una reflexión realizada previamente en los equipos de vida acerca de qué manera participan los militantes en sus parroquias. Este momento estuvo guiado por el consiliario diocesano de ACG, Eduardo Cámara.
La mañana concluyó con la intervención de Marta de la Fuente, integrante de la comisión diocesana, que explicó la aportación que la Acción Católica General ofrece a la Iglesia, apostando por un estilo característico de parroquias, donde el centro sea la Eucaristía y la creación de equipos de vida donde las personas puedan formarse, orar, celebrar y compartir la vida e iluminarla a la luz de la Palabra de Dios.
Ya por la tarde, tuvo lugar una visita al CEIS, Centro de integración social, para conocer el trabajo que realizan de la mano de dos personas que se encuentran en este centro que dieron su testimonio a los militantes de ACG. Esta visita estuvo guiada por Silvia Tapia, educadora social del centro. Una actividad que puso fin a la jornada de unión y convivencia de la comunidad que forma Acción Católica General de Burgos.
El próximo sábado 27 de mayo tendrá lugar el Encuentro sinodal diocesano de Pentecostés en el seminario San José. Organizado por la delegación de Apostolado Seglar y la vicaría de Pastoral, su realización fue aprobada en el Consejo Pastoral, y esta iniciativa busca poner en marcha la propuesta 145 de la Asamblea Diocesana: «Para propiciar una espiritualidad y un estilo permanentes que nos ayuden constantemente a “caminar juntos”, en sinodalidad, en torno a Pentecostés se organizará anualmente un Encuentro Sinodal Diocesano, con espacios abiertos a todo el Pueblo de Dios, en el que favorecer el encuentro y el “nosotros eclesial”, hacer el seguimiento de las propuestas recogidas en el Documento final de la Asamblea Diocesana y celebrar los avances como Iglesia local…». El arzobispo, don Mario Iceta, va a presidir esta jornada.
Tras la oración y el saludo inicial, habrá un primer momento de reflexión sobre qué es el primer anuncio y qué supone. Después, los asistentes se dividirán para trabajar en diferentes talleres sobre aspectos concretos en esta clave evangelizadora: niños, jóvenes, novios, Cáritas parroquial, equipo parroquial de misión y parroquias en clave de primer anuncio. Por la tarde, después de la comida y de disfrutar de un tiempo lúdico, habrá un momento para conocer de primera mano algunas experiencias de novedades que están surgiendo en la archidiócesis y que también están dando respuesta a propuestas que surgieron en la Asamblea.
El encuentro finalizará con una vigilia de oración en la que se realizará un gesto de envío a diversos miembros de la Iglesia de Burgos que participan en tareas evangelizadoras de presencia en medio del mundo y de servicio a nuestra Iglesia: primer anuncio, familias, jóvenes, cultura, trabajo, salud, comunicación, participación social… Para quien lo desee, una vez finalizado el encuentro en el Seminario, el arzobispo presidirá la misa de víspera de Pentecostés en la catedral, en la capilla de Santa Tecla a las 19:30 h.
Para participar en el encuentro es necesario realizar una inscripción previa si se quiere asistir en alguno de los talleres y/o quedarse a comer. Esta inscripción se puede realizar rellenando un formulario en este enlace, a través del correo electrónico apostoladoseglar@archiburgos.es o en el teléfono 608 909 120. Desde la archidiócesis se facilitará el desplazamiento, si hay demanda, desde Aranda de Duero, Lerma, Miranda de Ebro, Briviesca, Espinosa de los Monteros, Villarcayo, Medina de Pomar y Trespaderne.
Burgos fue una de las primeras diócesis en España que elaboró protocolos de prevención y actuación frente a abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia. En 2019, se puso en marcha una oficina de protección de menores y personas vulnerables que hayan sido víctimas de tales agresiones. Este departamento pretende no sólo recibir denuncias de casos que se hayan producido en ámbito eclesial, sino también de víctimas de cualquier tipo de violencia en otros lugares. Además, trabaja por la «absoluta erradicación de este tipo de conductas a través de la prevención», tal como explica su actual directora, Mercedes Hernández.
«La oficina avanza hacia la consecución de un objetivo fundamental: que estas conductas no se vuelvan a producir. No podemos hacer desparecer el pasado, sólo podemos pedir perdón y hacernos cargo de las consecuencias de estas conductas. Lo que sí debemos exigir y lo que tenemos como objetivo y propuesta decidida es que estas conductas no se produzcan más», subraya esta abogada. En esta clave, insisten en «la prevención, la identificación de signos reveladores de abusos y la puesta en marcha de prácticas para que nuestros espacios sean entornos seguros». «El objetivo de la Iglesia es la tolerancia cero de estas conductas», insiste.
Por eso, esta oficina ha puesto en marcha un curso de formación obligatoria para los sacerdotes diocesanos, donde se les trasladan algunas buenas prácticas para evitar abusos y se les ofrecen pautas para saber detectar posibles casos y cómo actuar ante ellos. El curso, en el que ya participaron ayer algunos sacerdotes y se repetirá en otras dos sesiones, conjuga elementos jurídicos, psicológicos y éticos.
A través de esta formación, los sacerdotes conocen algunos indicadores para detectar si alguien pudiera estar siendo víctima de abusos o si alguien podría ser un posible agresor. También –y en el marco de la legislación civil y canónica– se les trasladan una serie de «buenas prácticas» a implementar con los responsables de las acciones pastorales en parroquias y centros de tiempo libre, como la política de puertas abiertas, la formación de los agentes de pastoral (que deberán acreditar un certificado negativo de delitos de naturaleza sexual), la creación de delegados de protección en sus actividades y la obligación de denunciar a la fiscalía la detección de posibles casos.
Para Mercedes Hernández, «el principio de protección del menor tiene que estar en el centro de nuestra conducta a través de la atención continua y en todo momento, el cuidado y el respeto». «Tenemos que hacer ver que la vida del niño es un regalo para toda la comunidad, sus padres confían en nosotros y nosotros hemos de responder a esta confianza».
«La voluntad de la Iglesia es la protección de la víctima, la solicitud de perdón, el acompañamiento en el plano psicológico, espiritual y en la reparación», insiste la abogada. Y para lograrlo, hay que «partir de los principios evangélicos que ponen la persona en el centro», «respetando su dignidad y la denuncia de sus situaciones de vulnerabilidad». Son las líneas de acción que están inspirando toda la actuación de la Iglesia, desde el Papa a las conferencias episcopales y diócesis de todo el mundo: «la búsqueda activa y eficaz para que esto no se produzca nunca más».
Los representantes de las delegaciones diocesanas de Enseñanza de Castilla y León, mantuvieron una reunión en la que analizaron la nueva situación en la que se encuentra la asignatura de Religión en el modelo escolar actual. Ante la nueva ley educativa –la LOMLOE– los responsables de educación en las diócesis reconocieron que «el diálogo permanente con la Consejería de Educación de la Junta de Castilla y León ha permitido mantener prácticamente la misma carga lectiva de la asignatura en todos los niveles». En este sentido, los delegados diocesanos indicaron que «en próximas jornadas se reunirán de nuevo con miembros de la consejería para presentarles propuestas concretas de mejora en orden a diseñar el marco escolar en el que se impartirá el área en el curso 2023-24».
Respecto a los datos obtenidos del estudio realizado en prácticamente la totalidad de los colegios públicos, concertados y privados de Castilla y León, los delegados indican que 162.568 alumnos, es decir el 68,47% del alumnado del sistema escolar obligatorio, cursa el área de Religión. En la provincia de Burgos el porcentaje de alumnos que optan por esta asignatura se sitúa en un 66,25%, sumando un total de 26.177 alumnos matriculados en Religión en los diferentes niveles educativos de los 99 centros escolares de la provincia.
Estas cifras sitúan a Castilla y León más de once puntos por encima de la media nacional y los delegados diocesanos hacen una valoración positiva de estos datos. Aún así, se ha producido una disminución de matriculación y por ello, «invitan a los diferentes actores de las administraciones educativas a buscar soluciones en los modelos escolares europeos que, en la gran mayoría de los casos, integran perfectamente la asignatura en el sistema escolar».
Con la mirada puesta en el siguiente curso académico, los representantes diocesanos de Enseñanza insisten que la clase de Religión «asume e integra la experiencia religiosa cristiana en la cultura y ofrece una formación decisiva en la construcción de la identidad personal y social del alumno». Para Manuela García, delegada diocesana de Enseñanza en Burgos, «la asignatura de Religión contribuye a la formación integral de la persona». Y en esta clave se plantea que esta materia en Castilla y León «sea una llamada a provocar un diálogo entre la fe, la razón y las ciencias para seguir creando espacios donde quepamos todos, fomentando la cultura del encuentro, de la creación de redes y de la acogida».
En este nuevo escenario curricular, los delegados diocesanos preparan ya un encuentro regional de profesores, previo a un congreso de carácter nacional en el que se compartirán buenas prácticas docentes que ayuden a mejorar la calidad de la formación del profesorado para que esta redunde en el mejor servicio a la educación de sus alumnos.
La parroquia de San Cosme y San Damián fue de las primeras de la archidiócesis en poner en marcha «Alpha», una iniciativa de primer anuncio nacida en los años 90 en ambiente protestante pero que pronto supieron aprovechar y adaptar los católicos de todo el mundo. Teniendo como contexto el desarrollo de una cena donde se cuidan la acogida y los detalles, Alpha consiste en una serie de sesiones que exploran lo fundamental de la fe cristiana para dar respuesta a las grandes preguntas de la vida. Suele durar once semanas (diez sesiones semanales más un fin de semana). Cada sesión explora una pregunta diferente acerca de la fe mediante una charla que está diseñada para provocar un debate que se hace en grupos pequeños. Gracias al clima de confianza generado, los participantes van descubriendo poco a poco la belleza de la fe gracias al trabajo de laicos que animan y preparan las sesiones (los sacerdotes no aparecen salvo al final del proceso).
Así le ocurrió a Felipe Ávila. Hasta hace unos años era «un cristiano del montón», pero en 2018 le llamaron la atención los carteles que inundaban las paredes y tablones de anuncios de su parroquia: «¿Qué hago con mi vida? ¿En quién confío?». Aquellas preguntas le hicieron pensar y, aunque sin saber dónde se metía y «con un poco de desconfianza», se animó a participar en las cenas Alpha de la parroquia. Participar en aquella experiencia, en esas comidas «buenas y muy bien preparadas», le cambió. «Me sirvió para vivir la vida cristiana de verdad, a valorar más la eucaristía, a centrar mi vida en Jesús y el evangelio».
Alpha ayudó a Felipe a redescubrir su fe y reengancharse a la vida de la comunidad. De hecho, los que participaron en aquellas cenas continúan todavía hoy reuniéndose cada miércoles para mantener viva la llama, colaborar en las sucesivas ediciones de Alpha que se desarrollan en la parroquia y profundizar en su formación: «Si queremos evangelizar en el día a día necesitamos formación porque en el ambiente actual es difícil hablar de Cristo».
Con el paso de los años, Alpha se ha convertido en una herramienta para revitalizar las parroquias y proponer el primer anuncio a novios que se han alejado de la fe y en el que han participado en todo el mundo más de un millón de parejas. «Alpha Novios» se ha puesto en marcha con buen resultado en San Pedro y San Felices y San Juan Pablo II como una propuesta de acompañamiento a jóvenes parejas que desean casarse. «Se parte de un vídeo, y a partir de ahí, se comparte, principalmente entre la pareja», explica Luis García, del «equipo misión» de San Juan Pablo II. «Es un momento de escucha y sin juzgar. Es una charla amable, en la que se comienza con un aperitivo de bienvenida, las parejas se sientan en una mesa juntos y se crea un ambiente agradable que propicie el compartir». Las parejas que preparan su matrimonio siguiendo esta metodología «cuentan que no se esperaban que fuese así. Esperaban llegar y que les soltasen el rollo, no ser actores y poder compartir», revela Luis.
Para Mónica, una de las responsables de Alpha en San Juan Pablo II, esta propuesta está ayudando a formar una comunidad misionera. «No somos una iglesia cerrada, ni pasiva ni quieta. Hay que moverse, actualizarse, plantear nuevas iniciativas y que el boca a boca haga que el mensaje llegue cada vez a más gente». Ella se enganchó a la comunidad invitada por su párroco, Julián Palencia, mientras su hija Mencía acudía a catequesis de primera comunión. Poco a poco se fue integrando en el equipo de acompañamiento a novios. «Somos un instrumento del Señor para proyectar y evangelizar», explica. Según cuenta, Alpha «ha roto con las expectativas de lo que muchas parejas pensaban de la Iglesia. Tenemos que cambiar el chip», propone ilusionada.