Los adolescentes viven una noche alternativa en torno a las vocaciones

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Un centenar y medio de adolescentes se dieron cita anoche en el centro de la ciudad para participar en una nueva edición de la «noche alternativa». Se trata de una actividad que promueve cada año la delegación diocesana de Infancia, Adolescencia y Juventud con el objetivo de que los jóvenes de distintas parroquias se reúnan y pasen una tarde de convivencia, formación y oración. Una velada que se lleva repitiendo desde 2015, que concita cada año a numerosos jóvenes, catequistas y acompañantes y que también tiene su eco en las localidades de Miranda de Ebro y Aranda de Duero, para los jóvenes de la zona norte y sur de la provincia, respectivamente.

 

Bajo el título «¿Para quién soy yo?», la jornada de ayer transcurrió a caballo del colegio Nuestra Señora de la Visitación – Saldaña y las parroquias de San Gil Abad y San Lorenzo el Real.

 

En un primer momento, los jóvenes realizaron en pequeños grupos diferentes dinámicas y juegos que les acercaron a las numerosas vocaciones que existen en la Iglesia. Con ellos, analizaron los modos de vivir juntos en la Iglesia, la necesidad del acompañamiento para encontrar el camino de la vocación y descubrir su misión en el mundo.

 

La recta final de la noche les reunió en torno al altar de la iglesia parroquial de San Lorenzo, donde tuvo lugar una oración en torno a la eucaristía y la cena, con la que concluyó la velada. Un encuentro que sirvió, en definitiva, para calentar motores de cara a la celebración del próximo congreso nacional de vocaciones.

Cuando el arte se convierte en oración

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El imponente retablo de piedra de la iglesia de San Nicolás, que algunos atribuyen a la familia de los Colonia, ha servido hoy como telón de fondo sobre el que el teatro, la danza, la poesía y la música se han transformado en oración. Esa es la intención de la NAO, la Noche de Arte y Oración que, desde hace cuatro años, reúne a grupos de toda la archidiócesis para «encontrarnos unos con otros, compartir lo que somos y tenemos y juntarnos en oración a través del arte para presentárselo al Señor y dejar que él llene nuestros corazones con su gracia y su fuerza», como explica Marta Allende, una de las coordinadoras del evento.

 

La coral de cámara San Esteban ha sido la primera en ofrecer sus melodías pasadas las 18:00 horas. Por detrás, y hasta el filo de la media noche, otros treinta y dos grupos han ofrecido danza, poesía, teatro, música y dibujo en un clima de silencio y como expresión de oración. Entre sus integrantes, miembros de coros parroquiales, personas sin hogar, participantes de programas de Cáritas, religiosos y animadores de la liturgia en el mundo rural, entre otros. También han participado por primera vez en el acto miembros de la comunidad evangélica. Muchos viven en la capital, pero han sido numerosos los que se han desplazado desde Santa María del Campo, Cardeñadijo, Melgar de Fernamental, Covarrubias, Salas de los Infantes, Villalbilla, Pardilla, Marmellar y hasta Zaragoza, desde donde se han trasladado un grupo de voces y guitarras, que han puesto broche final a la jornada.

 

«Paz nacida del perdón»

 

«Queremos que lo que llevamos dentro, se convierta, desde la gratuidad, en algo para todos», sostiene Allende. Según explica, el arte es un buen camino para transformar la sociedad «según el plan de Dios». Por eso, las actuaciones de esta noche han pretendido también implorar el don de la paz para «un mundo violento y con muchos problemas y guerras internacionales». «Es un buen momento para pedir al Señor la paz que todos tenemos que construir a nuestro alrededor».

 

La Noche de Arte y Oración nació en la archidiócesis de Barcelona hace más de dos décadas. Su propuesta fue extendiéndose por el país y, desde que se celebrara en Burgos con motivo del VIII Centenario de la Catedral, con la de hoy ha alcanzado su cuarta edición, después de las desarrolladas en San Lorenzo y el Seminario. Los organizadores trabajan ya para que la propuesta se celebre al año que viene fuera de la capital, en la iglesia de Santa María de Aranda de Duero, que hoy también se han hecho presentes en el acto para «recoger el testigo».

La Sala Beato Valentín Palencia de la catedral de Burgos ya está iluminada por Sorolla

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Hoy se ha presentado a la prensa en la Sala Beato Valentín Palencia de la Catedral la exposición Pintar sin miedo. Joaquín Sorolla y la Valencia de 1900, que ha sido organizada por la archidiócesis de Burgos y el Cabildo Metropolitano de Burgos a través de la Fundación Consulado del Mar de Burgos. La exposición cuenta, además, con el patrocinio de la Junta de Castilla y León, y con la colaboración del Ayuntamiento de Burgos y la Diputación Provincial de Burgos.

 

La muestra, que se podrá visitar hasta el 2 de marzo de 2025, se incluye dentro de los actos programados con motivo de la celebración, en 2025, del 950 aniversario del traslado de la sede episcopal de Oca a la ciudad de Burgos. La exposición, igualmente, concluye las celebraciones del Año Sorolla que se han desarrollado durante el 2023 y 2024.

 

La presentación a la prensa ha corrido a cargo de Félix José Castro Lara, deán-presidente del Cabildo; Carlos Izquierdo Yusta, vicario general de la archidiócesis y delegado de Cultura; Cristina Ayala, alcaldesa de Burgos; Raquel Contreras, diputada responsable de Cultura de la Diputación Provincial de Burgos; Ángel González, director general de Turismo de la Junta de Castilla y León; y Pablo González Tornel, comisario de la exposición.

 

González Tornel es el director del Museo de Bellas Artes de Valencia, la institución de la que proceden veintidós de las treinta y dos obras de arte expuestas en la Sala Beato Valentín Palencia. Además, veinticinco proceden de la Comunidad Valenciana: además de las veintidós del Museo de Bellas Artes de Valencia, una de colección particular en Valencia y dos de la Colección de Arte Banco Sabadell depositadas en Alicante. El elenco de obras se completa con cuatro lienzos procedentes del Museo Sorolla de Madrid, dos del Museo Nacional del Prado y uno de la Colección BBVA.

 

Sorolla en diálogo con sus coetáneos

Esta exposición acerca a la obra de Sorolla y permite contemplarla dentro del periodo de esplendor que vivió la cultura española a finales del siglo XIX y primer tercio del siglo XX. Una etapa donde las artes, la pintura, la literatura o la música alcanzaron en España una fuerza extraordinaria como expresión de la cultura y con una amplia proyección en Europa. Una explosión cultural que también se vio reflejada en la Valencia de 1900, que vivía un periodo excepcional de su historia y su cultura de la mano de destacadas figuras del arte, la literatura o el pensamiento como Joaquín Sorolla, Mariano Benlliure y Vicente Blasco Ibáñez.

 

Entre las quince obras del maestro valenciano que se pueden contemplar en la exposición figuran algunas de las más icónicas del artista pertenecientes a la colección del Museo de Bellas Artes de Valencia, como es el caso de la Grupa valenciana, Clotilde contemplando la Venus de Milo o Labradora valenciana. Además, del genio de la luz se exhiben retratos, marinas, paisajes y escenas que reflejan la vida rural valenciana, así como la relación de Sorolla con la ciudad de Burgos a través de los cuadros que realizó de la Catedral en 1890 y 1910. Sorolla supo captar la luz, la belleza y la armonía de este monumento universal, declarado Bien Patrimonio Mundial de la Humanidad en 1984, y que ha configurado de forma rotunda la personalidad y el paisaje de Burgos con el valor y la riqueza característica del edificio más emblemático de esta ciudad.

 

En diálogo con Sorolla, la muestra presenta obras de reconocidos artistas valencianos en torno a 1900 como los pintores Joaquín Agrasot, José Benlliure Gil, Antonio Fillol, José Mongrell, Víctor Moya, Antonio Muñoz Degraín, Ignacio Pinazo Camarlench, Francisco Pons Arnau, Emilio Sala, Julio Vila Prades, y los escultores Mariano Benlliure y José Capuz Mamano.

 

Un espacio de primera clase

La muestra se presenta en un espacio novedoso en el interior de la Catedral: la Sala Beato Valentín Palencia. Una estancia de 270 metros cuadrados que ha recibido una inversión por parte del Cabildo Metropolitano de cerca de 350.000 euros para dotarla de las últimas medidas de seguridad y conservación de obras de arte. Con motivo de los 950 años del traslado de la sede episcopal de Oca a Burgos, efeméride que tendrá lugar en 2025, el Cabildo se embarcó en un proyecto ambicioso de apuesta por la cultura. Todo con el objetivo de poder albergar exposiciones de primer nivel como ésta de Sorolla.

 

El motivo de la inversión tan cuantiosa, asumida íntegramente por el Cabildo, responde a la climatización de la misma. La ausencia de climatización y los altos niveles de humedad hacían necesaria una remodelación que convirtiera el espacio en una sala acondicionada para grandes exposiciones y eventos culturales de menor formato, con un aforo de 100 personas. Para ello, se ha instalado suelo radiante y se ha renovado totalmente la iluminación. A la vez, se ha logrado una sala inteligente con los últimos medios tecnológicos, hasta ahora inexistentes.

 

El proyecto de remodelación ha sido realizado por el arquitecto Juan Pablo Rodríguez Frade, del estudio madrileño FRADE arquitectos, responsables, entre otras, de las obras de rehabilitación del Museo Arqueológico Nacional (MAN) de Madrid, el Museo de la Alhambra de Granada y, más recientemente, el Museo de la Colegiata de San Isidoro de León. El propio arquitecto asegura que, con esta remodelación, la Sala cumple con el facility report exigido por las instituciones más punteras para prestar obra de cara a exposiciones, y deja el espacio al nivel, por ejemplo, que tendría una sala del Museo del Prado. Por su parte, la dirección de obra ha sido llevada por Miguel Ángel Ortega, arquitecto técnico de la Catedral. Además, la mayor parte de los gremios que han trabajado en ella tienen su sede en la capital burgalesa.

Catequistas de esperanza frente a promesas ‘wonderful’

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En un mundo donde las malas noticias, la angustia, la crisis y la depresión parecen campar a sus anchas, muchos son los que buscan un aliento de esperanza. A veces, en forma de píldora preconcebida en frases tan manidas como «la esperanza es lo último que se pierde» o las sentencias baratas del mundo «Mr. Wonderful». Otras, en los «bulos de esperanza», como las redes sociales, las ideologías o los profetas de calamidades. En otras ocasiones, la esperanza se convierte en una especie de autosuficiencia que nos hace creer que «las cosas irán mejor» pensando en que nosotros mismos saldremos del atolladero.

 

En medio de este complejo entramado de frustración, el catequista se convierte en un «signo» que hace alumbrar en niños y jóvenes el anhelo de una felicidad que va más allá de las limitaciones humanas y que responde a las promesas de Jesús y su gracia de salvación: «Dios es siempre fiel a su palabra, lo que él nos ha dicho se cumple, nos promete la vida eterna».

 

Álvaro Zamora, un joven sacerdote que ejerce su ministerio en Aranda de Duero, ha sido el encargado de animar a los catequistas del arciprestazgo de Burgos-Vena a vivir su ministerio como «una vocación» en la que ellos mismos «practiquen la esperanza» y se conviertan así en el mejor cauce de esta virtud para los demás. Para ello, les ha animado a «vivir lo que hablamos» y creer ellos mismos «en la vida eterna, porque eso nos hace vivir aquí de otra manera, a vivir esperanzados». También les ha exhortado a practicar una «mirada sobrenatural sobre las cosas, a modo de Dios», vivir la oración personal, frecuentar las sacramentos y cuidar la formación y el acompañamiento, viviendo siempre en el «santo abandono», confiando su labor a las manos de Dios.

 

Oración y testimonio

 

Además de la sesión de formación, la jornada –habitual cada año y que se ha desarrollado en la parroquia de San Martín de Porres– se ha completado con una mesa de testimonios y experiencias que, en torno a la catequesis, se desarrollan en las parroquias de la zona norte de la capital. El encuentro se ha regado también con momentos de convivencia y oración.

La «economía de Francisco» marca las jornadas de divulgación de la Doctrina Social de la Iglesia

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Hace dos años, el 24 de septiembre de 2022, el papa Francisco firmaba en Asís el «Pacto por una nueva economía», junto a un millar de jóvenes economistas, empresarios y agentes de cambio, venidos de 120 países. El texto comienza diciendo: «Conscientes de la responsabilidad que pesa sobre nuestra generación, nos comprometemos ahora, individualmente y todos juntos, a gastar nuestras vidas para que la economía de hoy y de mañana se convierta en una economía de Evangelio». Y concluye: «No es una utopía, porque ya la estamos construyendo. Y algunos de nosotros, en mañanas particularmente luminosas, ya hemos vislumbrado el comienzo de la tierra prometida».

 

La «economía de Francisco» centró ayer la atención en las XXIII Jornadas de Divulgación de la Doctrina Social de la Iglesia, centradas este año en la «Economía para el bien común». Marta Pedrajas, subdirectora de políticas de desarrollo en el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación de España y profesora en la Fundación Pablo VI y en la Universidad Pontificia de Salamanca, y Yoselin Rodrigues, joven emprendedora afincada en Valencia, cofundadora de “Tejiendo impacto” y de “Ualoh”, del equipo coordinador de la Economía de Francisco en España, fueron las encargadas de presentar las líneas clave de la visión económica del Santo Padre.

 

Tras dar unas pinceladas sobre nuestra realidad actual, «un mundo turbulento y herido» con mil millones de pobres, nuevas formas de pobreza y una creciente desigualdad, invitaron a leer a realidad «con las lentes de la Doctrina Social de la Iglesia», especialmente Laudato si y Fratelli tutti. Recordaron la llamada del papa Francisco en 2019 a crear una economía profética apostando por los jóvenes economistas y emprendedores, desde la espiritualidad de San Francisco de Asís, no «para» los pobres, sino «desde» los pobres. La pandemia aplazó un gran evento previsto para 2020, que finalmente pudo celebrarse en Asís en 2022, pero a la vez fue una oportunidad para ir creando una gran comunidad online, que se estructura en doce «aldeas» de trabajo que unen economía y ética: Finanzas y humanidad, Trabajo y cuidado, Agricultura y justicia, Energía y pobreza, Gestión y don, Empresas y paz, Economía y mujer, CO2 de las desigualdades, Vocación y beneficio, Economía en transición, Vida y estilo de vida, Políticas y felicidad.

 

Junto a la «Escuela de verano» de una semana en Asís, la Economía de Francisco se articula a través de redes nacionales. En España cuenta con núcleos de trabajo en el País Vasco, Barcelona, Madrid y Valencia. Se complementan así la visión global con la local, a las que hay que añadir una tercera: la personal, lo que cada uno puede hacer en su ámbito cercano. En este sentido, Yoselin Rodrigues presentó su empresa Ualoh, que fabrica muebles con plásticos reciclados, como fruto de la Economía de Francisco. E invitaron a los presentes a unirse con iniciativas concretas desde Burgos (hay un correo electrónico de referencia: [email protected]).