La declaración del «estado de alarma» a consecuencia de la expansión del coronavirus ha visto modificado muchos de los procesos pastorales puestos en marcha en la diócesis de Burgos. A pesar de todo, la Iglesia no ha cerrado sus puertas y la actividad ordinaria se mantiene en cierta medida, si bien a través de otros canales, como los medios de comunicación y las redes sociales.
También la Asamblea Diocesana se ha visto influenciada por el Covid-19 y si bien no se ha clausurado su proceso, los grupos de reflexión extendidos por toda la provincia trabajan ahora de forma telemática. Para el coordinador de la Asamblea, el vicario de Pastoral, José Luis Lastra, «estos tiempos difíciles» también han de vivirse «como una ocasión y una responsabilidad». De ahí que, tras una reflexión entre los miembros de la secretaría y comisión de la Asamblea, asegura que hacer una «lectura creyente de la realidad actual» también puede ser una oportunidad para que la Asamblea quede «enriquecida».
De ahí que el proceso sinodal no se interrumpa, sino que prosiga su desarrollo, en la medida de las posibilidades, de una forma telemática. En un reciente correo electrónico enviado a los secretarios y moderadores de los grupos de reflexión, se pide a las personas involucradas en la Asamblea continuar orando por el desarrollo de la misma e ir enviando por correo electrónico las conclusiones al primero de los cuaderno de trabajo. Tras el estudio del primer volumen, ya está a disposición el segundo de los cuadernos, centrado en «El gozo de vivir como Iglesia», y que servirá para reflexionar en el reto de lograr comunidades más misioneras. La idea es que los miembros de los grupos de reflexión puedan ir leyendo y trabajando personalmente los textos a fin de que, en las próximas semanas, puedan reanudarse con normalidad las reuniones de estos equipos.
«La Asamblea Diocesana continúa –concluye Lastra– y hemos de pensar con creatividad cómo mantener el ánimo, la reflexión, la oración y el discernimiento».
En este difícil tiempo que estamos viviendo a causa de la pandemia del Covid-19, considerando el impedimento de celebrar la liturgia comunitariamente en los templos según se decretó en su momento, y ajustándonos a las orientaciones de las autoridades sanitarias, ofrecemos las siguientes orientaciones tras la consulta realizada al Consejo Episcopal y haciendo nuestros los decretos emitidos por la Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos (19 y 20 de marzo):
1.- La Pascua es el corazón del año litúrgico: no es una fiesta como las demás. Se convierte en un momento fundamental en la vida de la Iglesia y de cada creyente. Por eso, no puede ser trasladada. La imposibilidad de celebrarla presencialmente en el marco litúrgico de nuestras iglesias nos ha de llevar a promover la celebración en cada una de las familias, sin sacerdote, que se convierten así en auténticas Iglesias domésticas. Aparte de otras propuestas que puedan venir en el marco parroquial, se invita a cada familia a significar de alguna forma estos días:
Domingo de Ramos: como signo externo que nos una a todos, y si no tenemos ramos, podremos colocar en los cristales de las ventanas de nuestras casas un cartel alusivo a la Semana Santa que invite a acoger la Salvación que llega.
Jueves Santo: a la hora de la comida o de la cena, se puede poner en la mesa un pan y una copa de vino, recordando la Cena del Señor. En ese momento podemos leer algún pasaje evangélico (el lavatorio de los pies –Jn 13, 1-20– o el pasaje de la Institución de la Eucaristía –Mt 26, 17-29; 1 Cor 11, 23-34 –) y rezar juntos la oración del Padre nuestro dando gracias a Dios por los regalos que ese día conmemoramos: la Eucaristía, el Sacerdocio y el Amor Fraterno.
Viernes Santo: colocar en un sitio significativo de la casa una Cruz. Si no se tiene, puede prepararse de una manera sencilla como actividad de la familia. En el momento en que se considere oportuno nos podemos juntar en torno a ella escuchando algún relato de la Pasión del Señor, guardando un poco de silencio, orando por los crucificados que siguen sufriendo hoy en la Cruz, especialmente los enfermos de coronavirus y sus familias, y concluyendo con la oración del Padre nuestro.
Sábado Santo: por la noche, se puede encender una vela, dejando toda la casa a oscuras. Permanecer un momento en silencio descubriendo que es Cristo quien ahuyenta la oscuridad. Somos hijos de la Luz y encontramos en Cristo nuestra luz porque ha resucitado y ha vencido a la muerte. Podemos concluir cantando juntos el Aleluya Pascual: es la Pascua del Señor, su paso por nuestras vidas. Y esa luz la podemos dejar colocada prudentemente en nuestras ventanas.
Domingo de Pascua: a mediodía nos uniremos todos en el rezo del Regina Caeli, al toque de las campanas. Juntos nos uniremos en el rezo alegre a María, orando unidos por el cese de la pandemia y porque la Liberación que nos viene de la Pascua pueda llenarnos de paz y gozo.
2.- La celebración de la Misa Crismal se pospone de su habitual fecha y se tendrá en el marco de la fiesta en honor a San Juan de Ávila que también se pospone. Intentaremos que la celebración pueda realizarse, si las autoridades lo permiten, el miércoles 27 de mayo, anterior a la fiesta de Pentecostés. Mientras tanto, utilícense el mismo Crisma y Óleos del año pasado.
3.- Sobre la celebración del Triduo Pascual:
Los sacerdotes celebren los ritos de la Semana Santa sin la presencia del pueblo (a puerta cerrada) y en un lugar adecuado y omitiendo el saludo de la paz.
Los fieles sean avisados de la hora del inicio de las celebraciones, de modo que puedan unirse en oración desde sus propias casas. Podrán ser de gran ayuda los medios de comunicación telemática.
El Sr. Arzobispo celebrará el Triduo Pascual en la Catedral, acompañado de un número muy restringido de canónigos. Las celebraciones se retransmitirán vía streaming por el canal del Arzobispado para que pueda unirse el mayor número posible de fieles de la Diócesis. El horario de las celebraciones será: Domingo de Ramos: 19 h. (siguiendo la costumbre diaria de celebración eucarística por parte del Sr. Arzobispo durante esta crisis sanitaria); Jueves y Viernes Santo a las 17 h.; Vigilia Pascual a las 22 h.; Domingo de Pascua: 19 h.
Los Monasterios de vida contemplativa y comunidades religiosas podrán celebrar el Triduo Pascual a puerta cerrada, en diálogo con sus capellanes y manteniendo las medidas higiénicas y de seguridad establecidas.
El Domingo de Ramos: la conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén se celebrará según la tercera forma prevista en el Misal Romano.
Jueves Santo: se omite el lavatorio de los pies, que ya es facultativo. Al final de la misa en la Cena del Señor, se omite la procesión y el Santísimo Sacramento se reserva en el sagrario.
Viernes Santo: en la oración universal se añade la siguiente intención:
«Oremos también por los enfermos del COVID-19, por todos los que están a su cuidado, por los profesionales de la sanidad, por los que están buscando una solución desde la ciencia a esta pandemia, por los que han muerto y por sus familiares, amigos y conocidos, por todos los que están al servicio de la sociedad durante estos días, para que el Señor, dueño de la vida y de la muerte, aleje de nosotros todo mal».
Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
«Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que tu Hijo Unigénito soportara la debilidad de nuestra carne, el sufrimiento y la muerte de cruz, concédenos consuelo en la enfermedad, fuerza a los que están al cuidado de la salud de los enfermos, apoyo en nuestras debilidades, consuelo a los que lloran la muerte de sus seres queridos, y el descanso eterno a los que han sufrido la muerte, para que tu pueblo pueda alegrarse por el cese de la pandemia que nos azota y pueda servirte llevando a cabo lo que te agrada. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».
Vigilia Pascual: se omite el Lucernario, se enciende el cirio y, omitida la procesión, se hace el pregón pascual. Sigue la Liturgia de la Palabra. En la Liturgia Bautismal solo se renuevan las promesas bautismales. Posteriormente se concluye con la Liturgia Eucarística. A los sacerdotes que no puedan unirse a la Vigilia Pascual, recen el Oficio de Lectura indicado para el Domingo de Pascua.
4.- Las expresiones de piedad popular y las procesiones que enriquecen los días de la Semana Santa y del Triduo Pascual se invita a celebrarlas el 14 y 15 de septiembre, coincidiendo con la Fiesta de la Santa Cruz y de la Virgen de los Dolores, si las autoridades sanitarias lo consideran oportuno. Serán las juntas directivas de las cofradías quienes, en diálogo con la Diócesis, vean su conveniencia.
5.-Escuchado el parecer de los Arciprestes, y en diálogo con las autoridades, se pospone la celebración de las Primeras Comuniones al último trimestre del año, a ser posible antes de que comience el Adviento, o en la fecha que se estime más indicada de acuerdo a lo establecido por las autoridades. Igualmente, las Confirmaciones se posponen a esa época o cuando se considere más oportuno.
Sabrine nació ayer domingo con casi cuatro kilos de peso.
Que una mujer tenga que ser trasladada de urgencia desde Seminario al hospital para dar a luz un bebé sería una situación un tanto preocupante para alguno de los responsables de la formación de los futuros sacerdotes y, en última instancia, para el mismísimo arzobispo. Sin embargo, en esta ocasión se ha convertido en un auténtico cántico de esperanza. Y es que Sabrine ha supuesto una verdadera alegría para el medio centenar de personas sin hogar que, desde el pasado jueves, se aloja en el edificio del paseo del Empecinado. Ayer domingo, una de las participantes en el programa que gestiona Cáritas fue trasladada hasta el Hospital Universitario de Burgos para dar a luz a una bebé, que nació con cuatro kilos de peso y con un excelente estado de salud.
Ahora, tanto Sabrine como su madre –se encuentran ambas muy bien– se hospedarán con las religiosas Teatinas, dado que tanto los pisos tutelados de Cáritas como los de servicios sociales del Ayuntamiento están al completo de su capacidad. Cuando pase el estado de alarma provocado por el Covid-19, Cáritas intentará integrar a Sabrine y a su madre en el programa de Ain Karem, de ayuda a mujeres gestantes y madres en dificultad.
La mamá de Sabrine es de origen marroquí y tiene otros tres hijos. Llegó a España a comienzos de año forzada a trabajar en la recolección de la fresa en Huelva. Al verse impedida por su embarazo, huyó hasta Burgos, donde ha sido acompañada por el programa de Personas Sin Hogar de Cáritas, desde el que trasladan su buena colaboración y voluntad, aunque aún tiene dificultades con el idioma.
Serán las Teatinas las que les den hospedaje y cuidados en estos días a Sabrine y su madre, mientras las religiosas siguen ayudando con la entrega de alimentos, además, entre las familias de su servicio de guardería que más sufren dificultades.
La Federación Católica de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos de Burgos, Fecampa, organiza para los próximos días un concurso para los escolares que desde hace semanas están confinados en casa. El objetivo de la iniciativa, ayudar a las familias a vivir los días de Pasión de una forma especial, reservando en casa algún rincón en el que colocar distintos elementos, como un mantel bordado, unas velas, una cruz, una Biblia… y un dibujo, una obra de arte inédita que podría ganar un concurso.
El dibujo deberá decorar el rincón, que deberá estar acompañado de la etiqueta #EnCasaSeViveLaSemanaSanta y se establecen cinco categorías: para infantil y primer ciclo de primaria (1º y 2º de EPO), segundo ciclo de primaria (3º y 4º), tercer ciclo de primaria (5º y 6º), alumnos de secundaria y bachillerato y, por último, alumnos de ciclos formativos de formación profesional.
Las obras podrán realizarse en técnica libre, en tamaño A4, en papel para las primeras tres categorías y en formato digital para los alumnos de ESO y Bach. En los dibujos deberá figurar el nombre del colegio y del alumno, así como el curso al que pertenece.
Las obras deberán presentarse antes de las 18:00 horas del 12 de abril en el correo electrónico [email protected] y serán evaluadas por miembros de la Federación católica. La entrega de premios (un lote de material escolar propio para cada categoría) tendrá lugar en una fecha por determinar cuando finalice la pandemia por Covid-19 y las obras se publicarán en la página de Facebook de Fecampa.
Todos somos conscientes de que la experiencia de esta pandemia mundial que estamos viviendo nos sorprende con fuerza cada día y nos sobrepasa. Como ya os manifesté en su momento, la crisis sanitaria provocada por el coronavirus está cambiando algunos de nuestros hábitos, poniendo en cuestión diversos enfoques de nuestra manera de vivir personal y social y, me atrevo incluso a decir, algunas realidades y planteamientos de nuestra propia civilización. Sin duda que, para muchos, están siendo unos tiempos muy duros que no serán fáciles de olvidar y que marcarán nuestra época. Los cristianos tenemos que leer siempre la vida y la historia con los ojos de la fe, y en medio de todo ponemos nuestra absoluta confianza en el Señor, fuente de salvación y de esperanza. Pero no por ello la realidad nos es menos dolorosa. Y Dios se sirve precisamente de nosotros para que nos acompañemos y apoyemos en medio de la dificultad.
Quiero estar muy cerca, en estos momentos, de todos los afectados directamente por la enfermedad. En primer lugar, de todos los difuntos por los que elevo mi oración al Dios de la Vida. Junto a ellos, tengo presente a sus familias, que han vivido esta realidad dolorosa con las dificultades propias del momento. Quisiera también, aunque fuera virtualmente, poderme acercar a cada una de las camas de nuestros hospitales para acariciar con cariño las manos de los enfermos que, en muchas ocasiones, están viviendo esta situación en medio de una gran soledad, marcada por los protocolos. Pienso también en las familias que vivís con tanto drama esta situación. No quisiera olvidarme tampoco de las residencias de ancianos que viven estos días con mucha angustia.
Sin duda esta experiencia que estamos viviendo nos ayuda a comprender la profunda interrelación que tenemos entre todos. Al caer de la tarde, nuestra ciudad se convierte en un gran escenario donde se produce una enorme ovación que va dirigida a tantas personas que nos están ayudando a salir adelante. Un recuerdo agradecido y orante para nuestros profesionales sanitarios que están demostrando su profesionalidad y su profunda vocación de servicio y entrega, aun arriesgando su propia vida. Y junto a ellos, tantas y tantas personas, tantas y tantas profesiones que nos descubren la grandeza que significa estar vinculados unos a otros: las fuerzas de seguridad, los transportistas, los servicios sociales, las tiendas y farmacias, los responsables públicos… Sin olvidar a nuestros sacerdotes, que están alentando desde sus casas al pueblo encomendado.
Me gustaría también estar muy cerca de tantas personas que estáis viviendo esta situación con problemas sobrevenidos: pérdida temporal del puesto de trabajo, precariedad, problemas sociales, soledad, futuro económico incierto… A pesar de tantas muestras de solidaridad que se están produciendo por doquier, y que manifiestan la grandeza del ser humano, me llega vuestra preocupación y quisiera poder escuchar los gritos silenciosos que afloran de tantos hogares. Realmente, cuando superemos esta crisis sanitaria, nuestra sociedad tendrá que afrontar todo un reto que impida que la brecha social pueda abrirse todavía más. Un reto que supondrá un esfuerzo colectivo que solo se podrá afrontar si lo cimentamos desde la solidaridad.
Desde el punto de vista creyente, acudimos al Señor en la oración, pero la misma situación está interrogándonos. Se asemeja, desde mi punto de vista, a la situación que tuvo que atravesar el pueblo de Israel durante su destierro en Babilonia. Entonces, el pueblo vivió aquella realidad que suponía mantenerse en la fe desde la lejanía del Templo y de los ritos. También nosotros, en esta circunstancia donde se ha suspendido el culto público, estamos siendo invitados a purificar nuestra fe, a madurarla y a hacer realidad la grandeza de llamarnos «Iglesia doméstica». Como el pueblo de Israel, no podemos caer en la desesperanza o el desánimo: Dios sigue acompañándonos, no nos deja solos, Él camina con nosotros en medio de esta tempestad, Él nos invita a «no tener miedo». Es el momento de nuestra particular travesía por la Cruz que llegará a la Pascua. Por eso, es importante que lo podamos escuchar en lo escondido, orando en familia, leyendo y meditando su Palabra, profundizando en el silencio sonoro que fortalece nuestra fe. Dios nos está hablando, Dios nos está haciendo llamadas en medio de esta realidad compleja… ¿Las sabremos escuchar y acoger?
Deseo de corazón, y así se lo pido al Señor, que estas llamadas que estamos aprendiendo dejen huella en nosotros y se incorporen a nuestros nuevos estilos de vida que habremos de consolidar juntos: nuestra estructural fragilidad; la valoración de la familia; nuestra necesidad de renunciar a lo superfluo para descubrir lo esencial y verdadero; la necesidad de superar los egoísmos e individualismos; la belleza de estar vinculados necesitándonos unos de otros; la paz que produce el sentirnos siempre en las manos de Dios; la especial sensibilidad para captar la vida y lo que acontece… Seguro que cada uno de vosotros podrá incorporar más elementos a esta lista: lo dejo en vuestras manos. Porque toda crisis, también ésta, ha de ser una oportunidad personal y social para avanzar. No la perdamos.
Os reitero mi afecto y cercanía y os pongo a todos y cada uno bajo el amparo maternal de Santa María, Salud de los enfermos y Madre de misericordia.