Gamonal, un arciprestazgo que apuesta por la sinodalidad

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Casi un centenar de personas, entre agentes de pastoral y participantes en grupos de Asamblea, se dieron cita el pasado sábado en la parroquia de Santo Domingo de Guzmán para conocer y situarse ante el Sínodo de los obispos sobre «Comunión, participación y misión», fortalecer la espiritualidad sinodal y cuidar la comunión arciprestal.

 

La jornada contó con un momento formativo a cargo del profesor de la Facultad de Teología Roberto Calvo, quien invitó a los presentes a descubrir la riqueza de «caminar juntos en parroquias y arciprestazgo». «La sinodalidad no es una moda, sino el camino que el Papa quiere para la Iglesia», señaló, indicando que lo importante no son las conclusiones a las que se llegue, sino la propia experiencia de caminar juntos. «Es necesario desechar la idea de una Iglesia cerrada y estática para entender que la Iglesia somos todos y que cada uno está llamado a edificarla».

 

Tras la ponencia llegó el turno del trabajo en grupos, en los que se reflexionó sobre las experiencias que permiten «caminar juntos» en parroquias, arciprestazgos y otros organismos eclesiales y los pasos a seguir para avanzar en la apuesta sinodal.

 

Además, la comisión arciprestal para la Promoción del Laicado presentó los resultados de una encuesta realizada entorno al bautismo y la experiencia de la llamada. Mientras se constata el deseo de muchos cristianos de participar y ser protagonistas en la vida eclesial, esta comisión también destaca el envejecimiento progresivo de los cristianos, la dificultad de trabajo conjunto entre parroquias, la falta de procesos de formación y el ambiente social y cultural que dificulta la evangelización.

 

La jornada concluyó con un espacio de oración y un gesto simbólico, en el que representantes de cada parroquia encendieron una vela del cirio pascual y la repartieron entre los asistentes como signo de comunión.

Fiesta de Jesucristo Rey del Universo

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Queridos hermanos y hermanas:

 

Celebramos hoy el último domingo del año litúrgico. El próximo domingo comenzamos el tiempo de Adviento que nos prepara a la celebración de la Navidad. Y en este último domingo la Iglesia conmemora a Jesucristo como rey de todo lo creado.

 

Esta celebración tan especial para la Iglesia, instaurada por el Papa Pío XI el 11 de diciembre de 1925, pone el punto y final a un Año Litúrgico en el que hemos meditado sobre el misterio de la vida, la predicación y la presencia escondida pero operante del Reino de Dios. Detalle que conmemoramos hoy para expresar, bajo el manto de un Reino eterno y universal, el sentido de la consumación del plan de Dios.

 

Jesucristo, el Rey de justicia, de amor, de misericordia, de esperanza y de paz, es la meta de nuestra peregrinación terrenal. Enraizados a esta promesa de eternidad, evocamos la santa humanidad de Nuestro Señor y dejamos que todo el peso del amor –hecho carne en la ternura inmarcesible del Esposo– caiga sobre nuestras vidas.

 

Un rey, sí, pero con un corazón amoroso como el nuestro; que sufre ante el dolor, que habita en la intemperie, que ama en el designio más humano. Un rey que padece hambre y sed, que es forastero y que busca morada (Mt 25, 31-46). Un rey contrapuesto al poder mundano que no se impone dominando, sino que mendiga, incluso, un poco amor mientras muestra –en el silencio de su espera– su herida en el costado y sus manos llagadas.

 

Hoy contemplamos la belleza de su rostro, en una mirada que reina deslumbrante a la diestra del Padre. Aquel Niño indefenso y frágil que nació en Belén, en la humildad y en la penuria de un pesebre (Lc 2,7), es el Señor del mundo. Aquella primera venida era el anticipo de la gloria que celebramos hoy –litúrgicamente– con su segunda venida, y que se hará realidad al final de la historia.

 

Y ponemos la mirada en el anuncio del Reino, en ese instante sagrado en el que Jesús –ante Pilatos– anticipa las huellas de la preciosa historia que nosotros recorremos hoy. «Mi Reino no es de este mundo», confiesa el Señor, ante la pregunta de si, en verdad, Él era el Rey de los judíos. «Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí» (Jn 18, 36).

 

De esta manera, con su fidelidad, Jesús considera que su vida no es superior a la misión que recibe de su Padre. Al contrario. Él es simplemente Rey porque su realeza, que se resume en una vida de entrega, honradez y servicio, consiste en ser presencia y testimonio del Padre.

 

El Verbo de Dios, el Cordero inmaculado, se encarna para revelarnos el camino hacia el Reino de los Cielos. Hasta que vayamos a Su encuentro, cuando entremos en él por la puerta estrecha de la «hermana muerte» (San Francisco de Asís).

 

Queridos hermanos y hermanas: la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo «amplía nuestra mirada hacia la plena realización del Reino de Dios, cuando Dios será todo en todos (cf. 1 Cor. 15,28)», recordaba el Papa emérito Benedicto XVI el 25 de noviembre de 2012, al término de la concelebración eucarística con seis nuevos cardenales creados durante el Consistorio. Y, ciertamente, cabe destacar que este Reino de Cristo fue confiado a la Iglesia, «que es semilla y principio», y que «tiene la tarea de anunciarlo y proclamarlo entre las personas, con el poder del Espíritu Santo».

 

En este día tenemos también presente, de una manera muy especial, a la Santísima Virgen María. Ella, como Reina del Cielo y de la Tierra, nos ayuda a prolongar la obra salvífica de Dios y nos enseña a amar –como Ella lo hace– al único Rey que no vino a ser servido sino a servir.

 

Nunca olvidemos que «el Reino se manifiesta en la misma persona de Cristo» (Lumen Gentium, 1, n. 5). Solo así, la Iglesia peregrina y la Iglesia celestial se unirán, para siempre, de manera definitiva en el Reino del Padre.

 

Con gran afecto os deseo un feliz día de Jesucristo Rey del Universo.

 

+ Mario Iceta Gavicagogeascoa

Arzobispo de Burgos

Diaconado: vivir en actitud de servicio entregando la propia vida

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El clero diocesano cuenta desde hoy con dos nuevos miembros, Stefano Malerba y José Ángel Zamorano, que han sido ordenados diáconos esta mañana con la imposición de manos del arzobispo, don Mario Iceta, en la iglesia parroquial de San José Obrero y ante la presencia de familiares, amigos y un nutrido grupo de sacerdotes. Los nuevos diáconos han recibido también el libro de los evangelios y han sido revestidos con sus vestiduras propias: la estola cruzada sobre el pecho y la dalmática, momentos antes de servir al altar, tal como indica su ministerio, con el que también podrán administrar el bautismo, presidir los matrimonios y las exequias y ejercer acciones encaminadas al servicio y cuidado de los más pobres y necesitados.

 

«Tendréis que ayudar en Cáritas, a la gente que no llega a fin de mes, a los enfermos, claro que sí. Pero el ministerio de la caridad no consiste en dar cosas, consiste en darse a sí mismo, como hizo Jesús, el servidor absoluto», ha recordado a los dos jóvenes, pertenecientes a los seminarios de San José y Redemptoris Mater. «Ofreceréis el cuerpo santo y el cáliz que vivifica y lo tenéis que hacer en actitud de servicio, siendo servidores de todos, incluso de vuestros enemigos. Ofreceros sin descanso a quienes no pueden pagaros, entregad vuestra vida a ejemplo del Buen Pastor», les ha exhortado.

 

Según ha recordado el pastor de la archidiócesis, el ministerio del diácono consiste también en «guiar en la fe a través del testimonio personal», «ayudar a los demás a entender el misterio de Cristo y de la propia vida» y llevar «la Palabra de la salvación a las personas desamparadas y que piensan que no tienen acceso al Cielo».

 

«El Señor no elige a los perfectos para realizar su obra, sino lo débil y pequeño». «Él cuenta con nuestras debilidades y limitaciones», ha recordado, subrayando que «es el Espíritu quien nos levanta y nos pone en camino y nos da la fuerza y nos acompaña en nuestro recorrido, llenándonos de confianza».

Don Fidel Herráez Vegas, hijo adoptivo de Burgos

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El pleno del Ayuntamiento de Burgos, celebrado hoy en el patio cubierto del claustro del monasterio de San Juan, ha aprobado la concesión del título de Hijo Adoptivo de la ciudad a don Fidel Herráez Vegas, arzobispo emérito de Burgos.

 

Además, también se han aprobado otros títulos honoríficos como la concesión de la distinción de Burgalés de Pro a Ana Núñez Velasco; la distinción de Burgalés de pro a título póstumo a Néstor Pavón Espiga; la concesión de Buen Vecino de Burgos al Rotary Club de Burgos; la concesión de la Medalla de Oro de la Ciudad de Burgos al Grupo Espeleológico Edelweis y, por último, también se ha concedido la Medalla de Oro de la Ciudad a la Institución Fernán González, Real Academia Burgense de Historia y Bellas Artes.

 

La concesión del título de Hijo Adoptivo de la ciudad al arzobispo emérito nació a propuesta de Ciudadanos y ha contado con el voto a favor de los grupos municipales PSOE, PP, Cs, Vox y la abstención de Podemos.

 

La portavoz del grupo municipal socialista, Nuria Barrio, ha indicado que monseñor Herráez fue arzobispo «en un momento muy especial para la ciudad con motivo del octavo centenario de la Catedral». Ha asegurado que ha destacado «de forma relevante» por «sus cualidades y méritos personales y los servicios prestados en beneficio y honor del municipio alcanzando una consideración indiscutible en el concepto público».

Cáritas recuerda que «jugar también es un derecho»

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El Día de los Derechos de la Infancia, promovido por Naciones Unidas, es la fecha en la que el programa de Infancia y Adolescencia de Cáritas Burgos reflexiona sobre las posibles vulneraciones que se producen entre los menores desfavorecidos. Este año, tras las medidas impuestas por la pandemia, se ha detectado que «se ha visto especialmente afectado el derecho al esparcimiento, al juego y a participar en las actividades artísticas y culturales», en palabras de Mónica Martínez, su responsable. Las redes sociales, con sus nuevas formas de ocio, proponen «una oferta que también ha llevado a un cambio en las relaciones interpersonales y, en algunos casos, ha provocado el aislamiento de los chicos y chicas». El derecho al juego, que deben garantizar los poderes públicos, pero también los padres, los centros educativos y toda la sociedad, «no está reñido con la tecnología, pero esta tampoco puede convertirse en la primera opción».

 

Entre las consecuencias de la pandemia, las más importantes han tenido que ver con el cierre de espacios de encuentro, la reducción de la oferta de actividades extraescolares y la transformación de otras, de presenciales a virtuales. Además, en las zonas rurales esta escasez de oportunidades para el ocio es mayor. Para Cáritas, «el niño, mediante el juego, adquiere diferentes comportamientos sociales y desarrolla aspectos de su personalidad que tendrán una repercusión cuando sea adulto. Jugar nos hace ganar seguridad y nos ayuda a crear una imagen positiva de nosotros mismos porque descubrimos qué podemos hacer y hasta dónde podemos llegar».

 

El programa de Infancia atendió en 2020 a 870 menores en sus centros de Burgos, Miranda, Aranda, Villarcayo y Lerma, y entre sus labores principales se encuentran las actividades de tiempo libre, ya que «los menores sufren la falta de recursos económicos que les impide participar en la oferta lúdica, cultural o deportiva». Por este motivo, se pide «recuperar los espacios de encuentro y de contacto, fomentar las relaciones personales y destinar más tiempo al ocio familiar».

 

Mañana sábado, participantes en el programa de Infancia, trabajadores y voluntarios se darán cita en el Seminario de San José para celebrar una jornada de convivencia y sensibilización sobre estas cuestiones, coincidiendo con el día de los derechos de la infancia.