Día de la Iglesia Diocesana en el Año Jubilar

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Queridos hermanos y hermanas:

 

Somos lo que tú nos ayudas a ser. Somos una gran familia contigo. Con este lema, nacido de ese milagro de amor tan infinito que nos recuerda que somos una gran familia que se hace una sola familia en la fe, celebramos hoy el Día de la Iglesia Diocesana en este Año Jubilar del octavo centenario. Hoy debemos reconocernos como realmente somos: miembros de la familia de Dios que se llama Iglesia. Y, en ese andar diario, construimos juntos el hogar, caminamos adheridos a las huellas del Maestro y compartimos la mesa que Cristo ha preparado para nosotros. Haciéndonos uno, entregando lo que somos, siendo una gran familia.

 

Este Día de la Iglesia Diocesana nos llama a construir «una Iglesia con Pueblo». Con esta afirmación tan llena de sentido invitaba el Papa Francisco a obispos, sacerdotes y religiosos, en un encuentro celebrado en 2018 en la basílica de San Juan de Letrán, a sanar algunas de la «enfermedades espirituales» que sufren algunas parroquias y comunidades, con la esperanza de «encontrar» una cura para estas «dolencias del alma».

 

Y es verdad que, en ocasiones, la brecha generacional que se da también dentro de la propia Iglesia, la rutina, la falta de nuevos propósitos, el hastío por no encontrar horizonte o el cansancio del día a día hacen mella en nuestra manera de vivir la fe. Sin embargo, continuar, aun cuando no quedan fuerzas, siempre merece la pena. ¿Por qué? Porque contra todo pronóstico perjudicial o apático, Dios nos llama cada día a hacernos comunidad, a ser receptores y transmisores de esta Belleza «tan antigua y tan nueva» (San Agustín) y a aunar los dones que a cada uno Dios ha regalado para ser y hacernos Iglesia, con los pobres, los enfermos y los más necesitados situados en los primeros puestos de la Mesa del altar.

 

El Papa nos ha convocado a potenciar la dimensión sinodal del Pueblo de Dios. Este camino sinodal «que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio», como ha reiterado el Santo Padre en más de una ocasión, es un compromiso y una dimensión constitutiva de la Iglesia. Un «camino», una «verdad» y una «vida» (Jn 14, 6) que nosotros, como «discípulos del camino» (Hch 9, 2), somos convocados a recorrer, a creer y a vivir. En esta dimensión sinodal se inserta la Asamblea Diocesana y en este año jubilar que culminará durante este curso pastoral y serán clausurados el día de Pentecostés. Un camino que realizamos juntos, convocados por el Señor, que se hace presente en el caminar de su Pueblo.

 

Somos los hijos preferidos del Padre y, en un acto inenarrable de amor por parte de Dios, somos convocados en torno a la mesa pascual, al banquete eucarístico que nos convierte en comunidad parroquial, fraterna y diocesana. Y esta sustancia profunda del misterio y de la misión de la Iglesia nos hace hermanos.

 

Iglesia «es el nombre que indica caminar juntos», decía san Juan Crisóstomo. Un sendero que, además, implica el sostenernos los unos a los otros; porque ser cristiano no es solo una manera de mirar, es una forma de vida que afecta a todo lo que somos y hacemos. De otra manera, sin este sostenimiento comunitario de la vida seríamos velas sin luz, manos vacías y vasijas deshabitadas del Amor que completa nuestra existencia.

 

Hijos de un mismo Padre y, por tanto, hermanos. Y esta unión con Dios Trinidad nos anima a abrazar juntos, como Pueblo de Dios, este camino común que brota del Evangelio de Jesús y que hoy, más que nunca, está llamada a encarnarse en la piel de la historia.

 

Que este Día de la Iglesia Diocesana nos abra, aún más, el corazón al Misterio, para que –afianzados en la persona de Jesús de Nazaret y en el corazón compasivo de la Santísima Virgen María– abracemos, en comunión, a la humanidad entera. Agradezcamos y participemos con gozo y esperanza en la Asamblea Diocesana en este año jubilar, un don grande que Dios concede a nuestra Iglesia que peregrina en Burgos. Porque siendo Iglesia, siendo pueblo de Dios seremos una gran familia contigo.

 

Con gran afecto y con la bendición de Dios.

 

+ Mario Iceta Gavicagogeascoa

Arzobispo de Burgos

Los responsables de transparencia en la archidiócesis

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Ser una de las diócesis españolas más transparentes no se consigue de la noche a la mañana. El intento de contabilizar desde la última gran herencia al último céntimo depositado en un lampadario de una ermita remota es un ejercicio oculto que se hace en un equipo encabezado por Vicente Rebollo Mozos, vicario episcopal para los Asuntos Económicos y máximo responsable de la administración diocesana. Él sabe que comunicar bien dónde van a parar los dineros y cuáles son las fuentes de financiación no es tarea fácil y que aún se requieren grandes esfuerzos para seguir mejorando en transparencia pues, asegura, la economía que se traen entre manos no es suya, es un dinero que les han legado para que ellos lo administren según las necesidades pastorales y caritativas requeridas en cada momento en la Iglesia en Burgos.

 

Para ello cuenta con un equipo que controla y paga facturas, centraliza los gastos e ingresos generados en las parroquias y administra las entradas generadas por alquileres de inmuebles, entre otras muchas funciones. Laura López González, administrativa, es secretaria del vicario para los Asuntos Económicos y se ocupa de la contabilidad y facturación del Arzobispado desde el año 2017. Entre sus tareas cotidianas están la gestión de alquileres de inmuebles, los seguros y siniestros, los tanatorios y el control de testamentarías. Además, atiende el teléfono y las visitas que tienen que ver con la economía diocesana.

 

Por su parte, Miguel Ángel Iturriaga Miñón se ocupa de la gestión contable, la integración de todos los centros del Arzobispado y la rendición de cuentas a la Conferencia Episcopal, así como la aplicación de iniciativas de modernización y optimización de los procesos.

 

El más veterano es el sacerdote Ireneo Serrano Val: lleva nada menos que 26 años ocupándose de las cuentas diocesanas y todo de manera manual hasta que llegó la informatización. La última en incorporarse al equipo es la más joven del área, Ester Gutiérrez.

 

Además de estas cinco personas, también es necesario mencionar a Rodrigo Saiz García, licenciado en Derecho, quien cumple una función similar a la secretaría de un Ayuntamiento y que, concretamente, lleva a cabo la tramitación de expedientes relacionados con el patrimonio diocesano (art. 38 de la Curia Diocesana).

El año de la pandemia en la archidiócesis: menos sacramentos y más acción social

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La pandemia ha modificado nuestras vidas de manera considerable. También la vida de la Iglesia. Si en 2019 los bautizos celebrados en Burgos sumaron 1.294, en 2020 apenas alcanzaron los 642, muchos de ellos aplazados a tiempos mejores ante la imposibilidad de reunir a las familias y amigos y celebrar el sacramento como en otros tiempos. Parecida suerte han corrido las bodas: en 2020 se han celebrado 94 matrimonios frente a los 318 del año precedente (un 70.45% menos). Primeras comuniones (1.449) y confirmaciones (665) se han mantenido, aunque en menor número, en parámetros habituales a los de otros años y que muestran un descenso progresivo en la celebración de los sacramentos de la iniciación cristiana. En los últimos momentos de la vida, la Iglesia diocesana se ha hecho presente en el acompañamiento y atención a las familias de los difuntos y se administraron 2.855 unciones de enfermos.

 

La crisis sanitaria ha hecho que las celebraciones y las reuniones familiares se hayan aplazado. Sin embargo, también ha dejado un reguero de dificultades al que la Iglesia ha querido dar respuesta, adaptando sus modos de acompañamiento. En 2020, se atendieron, en medio centenar de centros diseminados por toda la provincia, un 17,94% más de personas que el año precedente, con un total de 86.921 intervenciones llevadas a cabo, solamente, por Cáritas diocesana. 3.147 personas fueron atendidas en centros para la promoción del trabajo; 6.628 fueron acompañadas en centros para mitigar la pobreza; 867 en centros de menores y jóvenes y 315 en centros para la defensa de la vida y la familia. Además, 5.198 personas migrantes recibieron asistencia por parte de la Iglesia y 735 mujeres fueron acompañadas en centros de promoción y de atención a víctimas de violencia. Asimismo, 712 personas fueron atendidas en casas para ancianos, enfermos crónicos y personas con discapacidad.

 

Son algunos de los datos que se han dado a conocer con motivo del Día de la Iglesia Diocesana, que se celebrará el próximo 7 de noviembre con el lema «Somos lo que tú nos ayudas a ser». Se trata de una jornada en que la archidiócesis de Burgos hace balance de la actividad realizada durante el último año y se rinden cuentas sobre los recursos económicos que ha gestionado. En definitiva, de mostrar qué es la Iglesia, qué hace y cómo lo hace. Así lo ha manifestado el propio arzobispo, quien ha subrayado cómo la archidiócesis se afana cada día «por ser más transparente y convertirse en una casa de cristal». Don Mario Iceta ha revelado que el portal de transparencia de la archidiócesis se desea ampliar y modificar para comunicar más y mejor la acción de la Iglesia en Burgos y que se cuenta con un compliance officer para vigilar la buena marcha de la labor realizada.

 

Agentes evangelizadores

 

María Gutiérrez, responsable de acción social de Cáritas, ha presentado los datos referente a la actividad de la Iglesia, y ha agradecido a todos los agentes evangelizadores que desarrollan su ingente labor: «Las personas vulnerables y los pobres son la prioridad de la Iglesia», ha subrayado. En la actualidad, la archidiócesis cuenta con 1.023 religiosas y religiosos, 979 catequistas, dos diáconos permanentes y 451 monjes y monjas de clausura que viven en 29 monasterios y otros 1.023 religiosos de vida activa que ejercen trabajos pastorales, asistenciales y educativos. Además, 569 misioneros y 9 familias anuncian el evangelio en tierras de misión, mientras que 362 sacerdotes en activo trabajan en las 1.004 parroquias diseminadas por toda la provincia y con los que colaboran de forma directa 979 catequistas y un número incontable de agentes de pastoral. La oficina de estadística de la diócesis también contabiliza 24 seminaristas.

 

La educación es una de las actividades donde la Iglesia en Burgos más recursos y personal destina. 17.285 alumnos se formaron en centros dirigidos por eclesiásticos o religiosos en jardín de infancia, enseñanza media y primaria. A estos habría que añadir los 687 alumnos de la Facultad de Teología. En total, suman 1.049 empleados, entre personal docente (1.012) y de servicio (37). 

 

La archidiócesis cuenta, además, con un ingente patrimonio artístico, en el que sobresalen 86 bienes inmuebles de interés cultural y que suponen un importante reclamo turístico que genera impacto económico y social en toda la provincia. 

 

Las cuentas claras

 

El Día de la Iglesia Diocesana sirve también para dar a conocer los datos económicos del último ejercicio, un modo de mostrar a la sociedad cómo se administra el dinero que ha confiado a la Iglesia. «Es una cuestión de justicia», ha indicado Vicente Rebollo. «Queremos dar a conocer a la gente cómo hemos administrado el dinero de toda esa gente que confía en nosotros». Según el vicario para los asuntos económicos, en 2020, el presupuesto se redujo en casi 2 millones de euros respecto al año anterior, superando en esta ocasión los 34.722.197 euros de gastos. Entre las partidas más cuantiosas se encuentran, por este orden, la retribución al personal seglar (trabajadores en gran parte de los colegios de titularidad diocesana, de los Seminarios, el colegio mayor San Jerónimo y del propio Arzobispado), la conservación de edificios y gastos de funcionamiento y la sustentación económica del clero. 

 

Las acciones pastorales y asistenciales coparon más del 11% del presupuesto total, con casi 4 millones de euros invertidos. Los últimos gastos hacen referencia a mejoras a los centros de formación y otros gastos extraordinarios no presupuestados en origen, como rehabilitaciones urgentes en algunos edificios y su adecuación para realizar algún tipo concreto de actividad. «Hemos gastado un 15% menos que el año pasado en mantener edificios, porque nuestra prioridad han sido y serán siempre las personas», subraya Rebollo.

 

Las fuentes de financiación de la archidiócesis proceden, principalmente, de subvenciones públicas y conciertos, especialmente los educativos, aunque también de la prestación de servicios por capellanías en tanatorios, hospitales y residencias y convenios de asistencia religiosa con distintas instituciones, entradas a museos, desarrollo de cursos formativos, tasas, hospederías o residencias. Además, aunque ha caído un 7% respecto al año anterior, la aportación directa de los fieles es la segunda fuente de ingresos, con más de 5 millones 800 mil euros, seguida de los fondos procedentes de la Asignación Tributaria a través del fondo común interdiocesano de la Conferencia Episcopal Española. Los ingresos generados por el patrimonio apenas suman 1.265.288 euros, pues las entradas a la Catedral, museos e iglesias han quedado drásticamente reducidas. 

 

Con todo, la cuenta de resultados de la archidiócesis burgalesa arroja un déficit de 46.645,24 euros, que se suma al que viene arrastrando de ejercicios anteriores, desde el año 2013.

 

Más: descargar aquí la memoria completa

Fallece el sacerdote Francisco Pérez Herrero

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Francisco Pérez Herrero

 

Esta mañana ha fallecido a los 69 años de edad el sacerdote burgalés Francisco Pérez Herrero (Espinosa del Camino, 1951). Era profesor de griego y de Sagrada Escritura en la Facultad de Teología de Burgos (de la que fue su decano de 2009 a 2015) y uno de los grandes expertos bíblicos del país, con numerosos ensayos y artículos publicados y habiendo traducido al español numerosos pasajes del Nuevo Testamento, entre los que sobresale el evangelio de Marcos (Casa de la Biblia). Se licenció en Teología dogmática en 1978 y obtuvo la licenciatura en Ciencias Bíblicas (1981) y el doctorado en Teología dogmática (2001) tras haber estudiado en l’École Biblique de Jerusalén y el Pontificio Instituto Bíblico de Roma.

 

Ordenado sacerdote el 16 de julio de 1977, ha ejercido el ministerio pastoral en Hontoria de la Cantera y como capellán de las Agustinas de la Madre de Dios y las Siervas de Jesús. Desde 2012 era párroco de Mozoncillo de Juarros, Salguero de Juarros, San Adrián de Juarros, Santa Cruz de Juarros, Matalindo y Cabañas.

 

El arzobispo, don Mario Iceta, y todo el presbiterio diocesano lloran su pérdida y se unen en oración junto a sus familiares y amigos. Las honras fúnebres por su eterno descanso tendrán lugar mañana viernes 5 de noviembre a las 16:00 horas en la iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora de Espinosa del Camino, efectuándose acto seguido la conducción del finado al cementerio de dicha localidad.

 

Descanse en paz.

El clero diocesano reza por sus hermanos difuntos del presbiterio

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El Instituto Nacional de Estadística revela que el año pasado en Burgos se registraron 4.841 fallecimientos, un 25% más que el año precedente (3.870). Las cifras indican que la crisis sanitaria generada por la covid-19 se ha cebado en la provincia, aumentando considerablemente el número de finados respecto a otras épocas. También el clero diocesano ha registrado un importante número de decesos en el último año, hasta sumar los diecisiete. Algunos de ellos han sido víctimas de la pandemia, aunque no todos. En sufragio por todos ellos, y por los demás obispos y sacerdotes fallecidos en años precedentes, el clero diocesano ha celebrado hoy –como es tradición al llegar el mes de noviembre– una eucaristía en la Catedral presidida por el arzobispo, don Mario Iceta.

 

Los sacerdotes difuntos forman parte, en palabras del pastor diocesano, «de la corriente mística que mueve el mundo». Así, aunque no aparezcan en los libros de historia ni abran los titulares de los telediarios, «vivifican el mundo». «Ellos han fecundado esta tierra, que ha dado tantos frutos en santidad». Para el arzobispo, la vida de los sacerdotes cobra sentido cuando unen su voz con la de Cristo en la consagración del pan y el vino y se entregan ellos mismos, «con su cuerpo y con su sangre, en favor del pueblo que se les ha encomendado».

 

En la misa se ha tenido un especial recuerdo a los diecisiete sacerdotes fallecidos en el último año: Ricardo López, Simón Díaz, Agustín Heras, Julián Lucio, Eutimio Herrero, Delfino Velasco, Ramón Alonso, Víctor Cabezas, Cándido Rubio, Antonio Gutiérrez, Luis Hernando, José Luis de Pedro, Fermín Rilova, Félix Pérez, Ángel Villansante, Manuel Guerra y Nicolás Dulanto. Don Mario también ha orado por los familiares –de modo particular las madres– difuntos de los sacerdotes, quienes, ha dicho, han «modelado su corazón» y «puesto a sus hijos en las manos de la Iglesia».

 

Tras la misa, los celebrantes se han trasladado hasta al vecina capilla de Santa Ana, donde reposan los restos de los últimos prelados burgaleses. Allí han rezado un responso por su eterno descanso. Antes de la eucaristía, los sacerdotes han mantenido también una sesión de formación permanente en la Facultad de Teología sobre «Cultura de la sexualidad y retos pastorales».